Veníamos viento en popa y de repente, cual montaña rusa, todo cae más o menos a pique. Quizás suene existencialista, quizás estamos más cansadas de lo que creíamos, quizás las energías se dispersan para volver a unirse en otro momento, que esperamos sea pronto.
Sentimos un agotamiento colectivo, dentro de la red que hemos formado, y es que hay asuntos de la vida que nos alejan de lo sensible y significativo de las relaciones. Hay asuntos que nos consumen y contra eso hay que alentar día a día.
La incertidumbre nos acompaña e intentamos ser pacientes, pero al mismo tiempo, sabemos que es fundamental sostener esta red de colaboración para concretar la iniciativa de la creación del refugio de arte “Interconexiones desde Punta Delgada”
También nos permitimos el espacio para reflexionar sobre el sentido de esta acción y para reafirmar compromisos. Nos toca insistir para volver a hacer confluir las energías, aunque estamos cansadas, seguimos.
Para distraernos un poco y levantar el ánimo nos juntamos a almorzar el sábado en la casa de Elsita, aprovechamos el hermoso día de sol para andar a piernas descubiertas. Hasta nos mangueriamos. Es el primer día, después de más de dos meses, que hace calor en la villa.
El domingo Winston nos trajo la primera parte de los materiales de construcción. Quedamos de acuerdo para comenzar a hacer el radier apenas nos manden la retroexcavadora, que estuvo parada toda la semana por falla.
El resto de materiales quedamos de ir a buscarlos el día miércoles para comenzar a soldar junto a Marcelo y Cristian.