Mientras intentamos comprar los materiales para la construcción del monumento en La Colérica, el supermercado de Cobquecura, vamos viendo cómo poco a poco va llegando gente a quedarse aquí por el fin de semana. Ya sabíamos que esto funciona así, llega el verano y los balnearios se comienzan a llenar de personas que buscan la playa y el calor para descansar de la rutina del trabajo. La mayoría de las personas que viene a Cobquecura llega de Chillán, los menos llegan desde Quirihue. Hace una semana, mientras veníamos nosotros desde ese lugar, nos dimos cuenta de que la fila de autos que iban volviendo de Cobquecura hasta Quirihue era eterna. Auto detrás de auto se iba formando una cola que avanzaba a paso fijo en donde rodeando cada curva había alguien esperando que esa fila avanzara. Nosotros evitamos estar en Cobquecura los fines de semana, es difícil estacionarse y el pueblo se queda chico para la cantidad de gente que busca algún tipo de distracción, que generalmente suele palearse a través de la comida. Desde que instalaron la costanera, hace uno o dos años, los turistas pasan casi directamente hacia la playa y se instalan ahí, donde se han instalado pequeños kioskos de comida y baños públicos para suplir la falta de servicios públicos que hay en el sector.
Hoy volvimos a esos mismos baños, pero no porque estuviéramos en la playa, sino porque estábamos buscando a don Luis Torres, quien se destaca en el pueblo por ser quien hace el mejor trabajo de construcción con piedra laja. Nos dijeron que generalmente trabaja maestreando y arreglando las antiguas construcciones de piedra que se tienen que arreglar o construir de nuevo después del terremoto. Su trabajo está por todo Cobquecura, y en realidad al compararlo con otras construcciones en piedra se nota que es mucho más dedicado y meticuloso. Sin embargo, al llegar el verano, don Luis se dedica a trabajar en los baños públicos de la costanera cobrando entrada y haciendo la manutención de los mismos, ya que de esa forma se asegura un ingreso estable. Lo fuimos a buscar para ofrecerle hacer el enchapado de piedra que lleva el almud del monumento. Llegamos al segundo baño, en donde nos dijeron trabajaba él, pero no pudimos encontrarlo. Quien lo remplazaba nos contó que había ido a comprar algunas cosas a Chillán, pero que él, pero el momento, no estaba haciendo trabajo de construcción.
Esta primera frustración, que creemos aún podemos revertir, nos llevó a confirmar todos los otros proveedores que nos habían dicho en primera instancia nos podían ayudar. Así también supimos que don Bernardo, presidente de la J.J.V.V. de Colmuyao y quien nos había ofrecido algunos de sus ladrillos, nos contó que por el momento se encontraba viviendo en una carpa cerca del humedal, ya que estaban arrendando su casa, y como todos, necesitaba pagar el arriendo. Esto nos confirmó lo difícil que es trabajar en este lugar que cambia tanto por estas fechas. Como nosotros también vivimos en un conjunto de viviendas vacacionales, nos hemos encontrado estos días con falta de agua y cortes de luz debido a la cantidad de gente, que a pesar de no ser tanta, se hace notar en la localidad.
Si bien nosotros estamos con la atención centrada en levantar el monumento, vemos cómo el entorno que nos rodea está mirando hacia otros lados y nos ha costado continuar. La misma municipalidad no puede asegurarnos tiempos ni fechas debido a lo ocupados que están, trabajando en otras localidades del municipio con diferentes proyectos que al igual que nosotros piden el camión de traslados, a los maestros, y la atención de personas que trabajan ahí que tienen responsabilidades que parecen sobrepasarlos. Entendemos que para ellos ésta es la fecha con más movimiento y tienen que aprovecharlo. Nosotros seguimos avanzando a tropezones, intentando sacar el proyecto adelante.