La semana empezó con Carlos y Jeremy en las radios Tú y San Luis, promocionando el gran evento final de nuestra residencia: un Carnaval, Expo y Película la tarde del jueves 31. Jeremy tiró unas breves rimas de invitación y Carlos se explayó contando la historia del colectivo. La semana se pasaría en el Centro Cultural montando con Seba, cosiendo con Karina, y yendo con el auto a comprar materiales, pegar afiches y repartir invitaciones. Pero el martes el auto quedó en pana. A tres días del cierre. La cosa fue grave y tuvimos que entregarlo por toda la semana a un mecánico. Así que todo se aceleró, y hubo que usar las piernas, cada día a mayor velocidad. Menos mal todo el equipo Mayaka Waka estuvo presente de una u otra manera, trabajando en lo que mejor le quedara. El miércoles cerramos el día colgando el mapa textil que tarde nos devolvió Margarita, luego de hacerle un precioso marco de vellón. El jueves fuimos cerrando el montaje, a medida que la actividad comenzaba en la cumbre del Mayaca.
Un cuarto para las seis la maravillosa comparsa de niños de San Pedro “Tempo Verao” empezó a bajar desde el Cecof, liderados por Amy, Mati y Camilo que sostenían el bellísimo lienzo que pintó la primera y que anunciaba la inauguración. El carnaval Mayaka Waka bajó escaleras, ocupó calles, tomó bebidas regaladas por los almacenes que pasaron, sin parar de tocar, bailar, reír y disfrutar. Los vecinos miraban desde sus casas con sonrisas curiosas, y sacaban la manito para recibir nuestros flyer. Uno que otro hizo alguna pregunta.
Llegamos a la rivera en Aconcagua Norte, donde nos juntamos con Rodri y su familia, Karina, Gilberto, Claudio, los niños de la cumbre y más amigos y amigas de Mayaka Waka. Mientras una chica parchaba su tambor rajado por la emoción, otros jugaron una pichanga en la cancha. Quinto gol gana todo y vuelta a empezar. Esta vez el carnaval luchó contra el viento en dirección a Las Praderas, donde nos esperaban don Mario y Sara con las cámaras prendidas. Una vez en el almacén de la Blanquita, los secos de la comparsa se subieron al bus de retorno con sendas colaciones y ovaciones de agradecimiento y admiración de este cerro vecino al de ellos. Nosotros también subimos a nuestro bus: una de las micros que hacen el recorrido del cerro accedió hacernos un viaje especial, luego de que el comprometido transporte del municipio nos fallara a última hora. Antes, corrimos a buscar el mármol que hizo y donó Carlos el marmolero, para la exposición: una paloma que decía: “A las almas del mayaca y quienes los cuidan día a día”. La micro se llenó: la familia Oyaneder entera bajó con sus mejores pintas las escalas de Mirador; Sara de Praderas ignoró sus piernas enfermas; los niños de Progreso y Desarrollo, que apenas salen de su cuadra; Soledad y a su cargo todos los primos y hermanos de las pequeñas Julieta y Pascal, de Aconcagua Norte; todos bajamos saltando al mismo ritmo en la vieja máquina amarilla sin ya amortiguación, camino al Leopoldo Silva.