La última semana fue extraña. Tratando de organizar la entrega y distribución de algunos de los productos, organizando el viaje de vuelta, repartiendo formularios de evaluación y grabando hasta el final (terminé de editar la última cápsula el jueves a las 11:30 PM y me fui el viernes). Lo rico es que fue una oportunidad para re visitar a muchas de las mujeres con las que trabajé. Ya sea para pedirles evaluaciones, entregarles sus grabaciones o simplemente para despedirme. Siento que en estas últimas visitas las conversaciones fueron un poco distintas. Me hablaban de cómo valoraron el proyecto y después de todo lo que me costó lograr que participaran en primer lugar, ahora lo encontraron corto. Llovían las menciones a la Casa de la Cultura (edificio en perpetua construcción y sin fin aparente o definido), los cuestionamientos de porqué el alcalde no me dejó trabajando ahí y si el próximo año vendría de nuevo yo u otro proyecto.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. Esto no es solo porque nos caímos bien y nos tomamos cariño. Es porque todas nos quedamos con gusto a poco. En estas últimas conversaciones salieron aspectos de las historias que antes habían estado velados. Volvimos un poco al inicio y a la lluvia de relatos traumáticos. Ojalá alguien hiciera algo con eso, me decían. Y poco a poco fueron plantando la semilla en mi cabeza. En el contexto de las residencias de arte colaborativo es fácil olvidarse que uno de los fines de hacer una residencia –para los artistas- es ponerse en situaciones que te muevan el piso, o avanzar con alguna línea de investigación. De una u otra manera, son situaciones que te obligan a enfrentar realidades y avanzar en el desarrollo de temas que en situaciones de trabajo tradicional no se podría. Enfocados en la práctica colaborativa, de repente es fácil olvidar que son también oportunidades para avanzar en la investigación personal.
Partí en un atardecer cálido, y de colores hermosos. El Baker brillando y las pasarelas ya casi a contraluz. Partí directo de emitir una última cápsula en la radio –aún quedan cápsulas para 3 semanas más, pero esas las emitirá Lety por su cuenta-, y me fui ayer a Cochrane, con gusto a poco y ganas de volver. Ahí me di cuenta que este no tenía por qué ser un proyecto concluido. Quizás estos meses fueron la fase de investigación para un proyecto mayor. Una etapa preliminar para establecer y fortalecer vínculos y probar estrategias de trabajo. Me voy, pero de seguro en algún minuto vuelvo, porque ya sé cómo canalizaría un nuevo proyecto. Porque no puedo evadir la sensación que este fue solo un primer paso, la investigación, la tanteada de terreno. Y un proyecto mayor, más delimitado y concreto, pero continuando con la participación de estas mujeres, está por venir.