(…)”Hacer una fotografía es participar de la mortalidad, vulnerabilidad, mutabilidad de otra persona o cosa. Precisamente porque seccionan un momento y lo congelan, todas las fotografías atestiguan la despiadada disolución del tiempo”.
Las semanas de trabajo junto a Walter Blas y su cámara fotográfica nos permitió establecer una relación íntima con la comunidad, todos sienten la necesidad de ser retratados y la vinculación que en un primer momento pareció distante, hoy se estrecha por el solo acto de ser perpetuados en una imagen.
Las historias que los pobladores comenzaron a compartir con todos nosotros a partir de la relación de sus vidas con las imágenes, trazaron un vehículo de integración que no se había logrado ni con reuniones, encuentros o estrategias cínicas de valoración mutua. Las imágenes, los registros tangibles de sus recuerdos fueron las llaves que las mismas personas entregaron para configurar y mostrar el verdadero rostro del lugar en que hoy habito.
La cita a Susan Sontag con respecto a la fotografía en relación al tiempo y la subjetividad intrínseca en ello, me aterriza nuevamente al verdadero objetivo de este trabajo, hoy me siento un ser ajeno a esta realidad a pesar de estar cada día mas involucrado en el cotidiano y en la rutina de Pisagua, las imágenes de sus habitantes y sus lugares me demostraron que provengo de otro lugar y provocaron el distanciamiento necesario para continuar. El artilugio fotográfico logró un primer objetivo.
Walter Blas se ha ido.