Hace unas horas terminó el Iº Carnaval Cerro, Vida y Resistencia, convocado por la Coordinadora del mismo nombre, que reunió a distintas organizaciones y vecines de Llay Llay y de todo el Valle de Aconcagua. A pesar del cansancio acumulado, las conversaciones repasando el día una y otra vez son inevitables. La sensación de satisfacción es mayor y las dificultades que hace unos días pusieron en duda la actividad, ahora se recuerdan con humor.
Lo cierto es que la convicción del equipo organizador sacó adelante un proyecto que sufrió las consecuencias propias del desgaste de las iniciativas ciudadanas, y en lugar de aflojar, convirtió sus temores en una oportunidad para reafirmar su propósito. Convocadas junto al grupo de mujeres de las jornadas de Arte y Feminismo y el Círculo de Kuyén, hicimos de esta actividad una oportunidad para reafirmarnos también nosotras.
Marchamos hacia la Villa Altos de Llay Llay donde un terreno baldío se había convertido en un improvisado escenario. La elección de lugar había sido uno de los grandes desafíos de la organización, pero a medida que avanzaba la tarde, con música y sopaipillas, la locación iba haciendo cada vez más sentido. El viento llayllaino soplaba y el cerro que da nombre a la Villa era la escenografía perfecta para las diferentes presentaciones. Anocheció a los pies del cerro y una sede vecinal fue el refugio para sentarnos a comer juntos y, a pesar del cansancio acumulado, compartir estas inevitables conversaciones sobre un carnaval que ayer era un sueño y hoy es parte de la historia de esta comunidad.
Tamara