BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: La sed de la tierra Llay Llay, Valparaíso - 2018 Residente: Colectivo YY (Yachachinakuy)
Publicado: 11 de diciembre de 2018
Tramas circulares

«El acto de incluir seres, objetos o figuras en el interior de una circunferencia tiene un doble sentido: desde dentro, implica una limitación y determinación; desde fuera, constituye la defensa de tales contenidos físicos o psíquicos, que de tal modo se protegen contra las amenazas de lo exterior.»

Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de Símbolos

“El cielo es circular y he oído decir que la tierra es redonda como una bola, y también las estrellas son redondas. El viento en su fuerza máxima, se arremolina. Los pájaros hacen sus nidos en forma de círculo, pues tienen la misma religión que nosotros. El sol sale y se pone en un círculo. La Luna hace lo mismo, y ambos son redondos. Incluso las estaciones, con sus cambios, forman un gran círculo y siempre regresan a donde estaban. Nuestros tipis eran circulares como los nidos de los pájaros, y estaban siempre dispuestos en círculo. La vida del hombre es un círculo de infancia a infancia, y así en todas las cosas en que se mueve el poder.”

Black Elk (Alce Negro), Jefe siux, célebre sabio indígena.

 

Hoy viajó por primera vez nuestra amiga y colaboradora Paz Marín, quien estará viniendo durante los meses que quedan a apoyarnos en algunas jornadas con sus saberes en torno al cuerpo y el movimiento. Nos reunimos nuevamente con un grupo de 7 mujeres en nuestras sesiones de arte y feminismo. Comenzamos haciendo movimientos vinculados a los sentires del momento, formando un círculo delimitado por nuestros cuerpos que crecía, se ensanchaba y volvía a ser pequeño para abrazarnos a ratos. Fue una jornada intensa y acogedora, nos sentimos conectadas por la trama invisible pero perceptible, que tejían nuestros cuerpos con el movimiento. Nos preguntamos, ¿por qué la circularidad se nos hace tan cómoda y tan necesaria? Una forma tan sencilla de construir espacios de seguridad y protección común. Al cuestionarnos qué protegemos o de quién, es inevitable observar cómo la rigidez de nuestros cuerpos al reunirnos se va soltando en la medida que el círculo nos acoge, cómo las sensaciones físicas de malestar, expresadas desde la palabra, transmutan con el movimiento circular a la ligereza y suavidad. En el círculo ya no es necesario malgastar energías para estar alertas o a la defensiva de forma individual, es la circunferencia la que nos protege en sí misma, somos nosotras conteniendo-nos con nuestros cuerpos.

En la búsqueda de referencias del círculo en relación al cuerpo, encontramos una serie de ilustraciones del siglo XVI en adelante realizadas por artistas europeos que participaron de los procesos de colonización en América. Más allá de la gráfica estilizada de los cuerpos, muy propia de una estética europea, las ilustraciones dan cuenta de diversas danzas circulares de distintas comunidades de norte América, Brasil y Chile, muchas de ellas protagonizadas exclusivamente por mujeres.

En la misma curiosidad por el círculo, encontramos extrañas manifestaciones en la naturaleza de otros seres que crean o construyen círculos; en Australia existe un tipo de abeja que construye sus panales en capas que forman círculos horizontales de continuas espirales, las hormigas, en un momento determinado de su existencia y sin explicación científica, tienden a caminar rápidamente en círculos concéntricos que terminan en la muerte masiva de ellas, el pez globo, por otro lado, construye complejas estructuras circulares como parte de su ritual de apareamiento, donde además deposita sus huevos para protegerlos de otras especies. Sin duda, existen muchísimos más ejemplos del círculo en la vida natural, éstos nos llamaron la atención por su invisibilidad, en los tres casos, la creación del círculo tiene que ver con una intimidad de las relaciones propias de estos seres, que, muy lejanas a nuestros ojos, se construyen de la misma forma en que nosotras danzamos en algún lugar de Llay Llay.

Amaranta

« Ir a residencia