“se me están saliendo las pestañas… a mí la falda me quedó más larga en esta parte…”
A las 10:00 de la mañana nos encontramos al grupo de mujeres maquillándose para el gran momento, el baile a la Virgen de la Merced, se han estado preparando por meses ensayando una vez por semana en la sede, incluso le pagan a un profesor para que les ayude a montar el numero de este año, una “fantasía árabe”. La vecina del pasaje las peina, entre ellas se maquillan y se colocan uñas y pestañas.
Compramos frutas, pancitos, agua ya las 14:15 aprox. partimos en caravana al colegio La Merced ubicada en la zona de igual nombre (a unos 50 minutos de la Villa), a unos 30 minutos de andar el camino se volvió un túnel de arboles verdes, en los portales de las casas de la carretera estaban montados las estaciones en donde haría parada la virgen (12 estaciones) hasta llegar a la iglesia.
Llegamos al Colegio La Merced, lugar de reunión de todas las cofradías que participan del religioso evento. Esta fiesta se celebra hace siete años en la zona donde participan los colegios de todas las comunidades cercanas, colectivos.
Las mujeres de la Villa se sumaron hace cuatros años. Nos dicen que es una tradición que no quieren que se pierda, y que es la patrona de la zona.
16:00 pm: por fin vemos a lo lejos la carreta que trae a la virgen, escoltada por un grupo de huasos viejos, adolecentes y niños todos montados en sus caballos, también le acompañan vecinos encabezados por el párroco de la comunidad.
Acompañados por caporales llegamos juntos a la “patrona”, al lugar donde las distintas cofradías entregan sus bailes a la virgen de la Merced.
Tahía, la integrante más joven del grupo de las vecinas de la Villa, nos cuenta que está nerviosa, es su segundo año, para ella es muy importante ser parte de este momento.
Llegó la virgen a la iglesia, hay montado un escenario , la virgen al frente para “recibir las ofrendas y bailes” de sus feligreses. Se presentan en orden primero los colegios; trotes nortinos, cuecas, gitanos, flamenco.
Llegó el momento tan esperado por las vecinas de la Villa, a minutos de entrar les preguntamos como están: “nerviosas, pero muy contentas”. Salió todo como lo esperaban, nadie pisó la falda de la compañera, no cayeron encima de la otra, no olvidaron el uno, dos, tres.
Ya son las 19:30 de la tarde y suena de fondo un grupo folclórico.