Como una necesidad de saber de qué me están hablando y conectarme con la naturaleza, el silencio y la inmensidad del paisaje de Alhué, me fui a la punta del cerro junto a Chakana la perra pastor alemán que venía incluida con el arriendo de la casa. Subí la cima que se encuentra a los pies de mi barrio, la ladera norte siempre más seca y expuesta al sol en donde la comunidad viene realizando esfuerzos de reforestación de bosque nativo, con especies como el quillay, peumo, patagua y el resistente litre que tiene la capacidad de producir condiciones óptimas para repoblar la tierra de plantas.
Sentí la necesidad imperiosa de ver el territorio desde arriba para entender ciertas dinámicas naturales y culturales, y hacerme un mapa mental de su distribución, de sus puntos estratégicos, los puntos de referencia, conceptualizar y ubicar estos espacios geográficos en donde se desarrollan los relatos, historias y memorias de la comunidad…Con la ayuda de Google maps pude ver la montaña que baja suavemente al pueblo y conecta a través de un cordón transversal a la ladera sur, otrora lugar de paso de pumas y cóndores según los relatos de los adultos mayores. También pude observar la bifurcación de los valles de Talami y Pichi, los sectores más aislados de la comuna. Como una forma de orientarme y habitar el territorio de Villa Alhué localicé el parque, el lecho del ex río Alhué, el vado, la media luna, la cancha de carreras, el cementerio, la plaza, entre otros lugares significativos para la comunidad los cuáles van dando más sentido a la investigación personal sobre el paisaje natural y cultural del territorio.