La Flavia nos contaba que una vez subió a los altos cerros del Cordón de Cantillana y presenció la lucha a muerte entre una Culebra y una Iguana Chilena, imágenes que marcaron su experiencia con la salvaje naturaleza de Alhué…los abuelos del hogar que se hicieron visitas habituales a las jornadas de pintura colaborativa nos contaban las historias sobre los colores de la Lagartija Esbelta, la especie de reptil más colorinche de la zona central que sin duda compite en colorido con una especie emblemática y endémica de este cordón cordillerano, el Lagarto Gruñidor de Valeria, el cuál emite sonidos para defender su territorio. Estos relatos nos llenan de satisfacción ya que de alguna manera nuestros diseños rememoran historias, recuerdos, pasajes, o etapas de la memoria colectiva y también de alguna forma de cómo estos recuerdos interpelan la actual realidad del pueblo…del porqué estas especies de la naturaleza local desaparecieron, sobre nuestras responsabilidades en este cambio, de cómo consumimos y depredamos y de cómo la simple belleza de la presencia de un ave nos da felicidad. La capacidad simbólica del arte genera este tipo de espacios y procesos más aún cuando se desarrolla en la vía pública.