Junto a la Coordinadora Cerro, Vida y Resistencia visualizamos una primera acción de visibilización del conflicto en torno al cerro Alto Llay Llay. Para llevarla a cabo pintamos dos lienzos de 15 mts de largo cada uno con el fin de subir al cerro y desplegarlo arriba junto a la comunidad. Después de proponer distintas consignas y frases, nos decidimos por «Cerros sin paltos, agua para el pueblo».
Las diversas reflexiones en torno a las posibilidades de avance y resistencia respecto al conflicto medioambiental de la zona, apuntan a que la realización de acciones colectivas en el territorio y el espacio público, pueden ser un medio efectivo para convocar y concientizar más ampliamente a la comunidad, sumando fuerzas para la protección de los cerros y tierras. La palabra en este caso, cobra fuerza para declarar intenciones colectivas, para resistir. «Somos la voz de los cerros» planteaba una vecina. La palabra en contexto, en la tierra, en el cerro, propone diálogos, construye el paisaje, le otorga significados. Raúl Zurita define el paisaje como una construcción de la palabra, de la poesía.
«He imaginado en medio del horror de la dictadura sagas inacabables que se me borraban al amanecer, poemas alucinados y heridos donde el Pacífico flota suspendido sobre las cumbres de los Andes y donde el desierto de Atacama se eleva como un pájaro sobre el horizonte. Escribir esos poemas fue mi forma íntima de resistir, de no enloquecer, de no resignarme. Sentí que frente al dolor y al daño había que responder con un arte y una poesía que fuese más fuerte que el dolor y el daño que se nos estaba causando.»