Hoy 25 de noviembre logramos concretar la subida al cerro Alto Llay Llay hacia la Piedra Santa, junto a un grupo de vecines de Llay Llay y la Coordinadora Cerro Vida y Resistencia. A continuación dos relatos acerca de una experiencia que sin duda representa un impulso para el proceso de resistencia y organización:
Decidimos estar de vuelta en el útero de nuestra madre, aunque sea por una última vez. En el hogar de nuestros antepasados, en el origen y al mismo tiempo en el fin. Envases de espíritus indomables se acercan a la cima, observando por un lado la armonía que provee el cerro y por el otro, las terribles heridas causadas por máquinas casi tan cuadradas como sus dueños. Diversas miradas contemplan el escenario, ojos jóvenes, ojos viejos, ojos cansados de ver a su madre enferma. Sintiendo el peso de la mochila, mis pies duelen pero yo no pienso en ningún momento tirar mi equipaje, ¡Me costó años cargarme con todo lo que traigo! Amor, experiencias, risas, alegrías, dolor, equilibrio, recuerdos, sensaciones, aventuras, decepción y, por sobre todo, el ideal aun firme de ver la tierra libre, ¿Acaso tú piensas tirarlo tan fácil? ¿Quedarse sin hacer nada y esperar lo peor? Hermano, hermana, te invito a escuchar lo que están cantando las loicas, te invito a escuchar lo que rugen los pumas, lo que el río anuncia en sus aguas y lo que el caluroso viento de Llay-Llay grita hace años, ¡Es tiempo de revolución! No mañana, ni pasado, si no hoy. Envases de espíritus indomables subirán nuevamente a la cima para observar desde lo alto a los latifundistas en sus casas de oro y hacerlos temblar de miedo, casi tanto miedo como el que le inculcan ellos a sus empleados y empleadas, quienes son hijxs de la tierra al igual que cualquier persona. Ni más ni menos esperaremos, ni más ni menos porque el momento es ahora, no mañana, ni pasado, si no hoy. Es hoy cuando volvemos al origen, al útero de nuestra madre, a la tierra libre.
Radev.
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Salir al cerro, agudizar los sentidos, conectar la energía con el latir indómito de la naturaleza que aun resiste. Tod@s caminamos colectivamente senderos históricos y míticos, somos niñas, niños, jóvenes y adultos que sentimos y pensamos nuestro territorio. Sentimos a nuestras abuelas y nuestros abuelos con sus conocimientos contando la historia de la niña que por tanta explotación y abuso al igual que nuestra tierra, se transformó en piedra y se inmortalizó en la memoria del pueblo. La “Piedra Santa”, tradición cristiana, costumbre de ofrendas o simple patrimonio natural validado por la decisión de la gente que le dio un significado. Hoy vamos reivindicando el sendero popular fijo a su encuentro por la defensa de nuestrxs cuerpxs y territorios, quillayes, guayacanes, tebos, huinganes, zorros, tordos, loicas, lechuzas, mucha flora y fauna. Un ecosistema vivo y diverso del cual somos parte y mutuamente dependemos, así de la tierra, el poder del viento, los arboles y sus raíces, el ciclo del agua y el aire. Avanzamos a crear defensa, el objetivo es común y nosotrxs unxs guerrerxs rescatando saberes y organizándonos, somos la vida y unión en la lucha ante el embate ecocida de grandes empresarios y su codiciada capitalista toxica.
Somos el cerro, la vida y la resistencia, somos guerrerxs del viento-viento y del susurrar del agua, somos hijxs de Akonkagua gritando ¡Llay Llay despierta!, desplegando lienzos místicos de lucha, somos y seremos el vendaval sin miedo, el Pikún kürüf que volteará de sus fundos todas las cercas. Muerte al extractivismo patriarcal!
Anónimo.