El Patroncito será un importante centro de operaciones durante nuestros meses de trabajo colaborativo, para llegar caminando hasta allá desde el paradero de micros, hay que irse por el lado de la línea del tren, como unos diez minutos aproximadamente, es cerca y muy reconocible en el entorno, es un espacio amplio, con una casa antigua , muy grande, con corredores y muchos árboles, entre ellos varias palmeras; son doce hectáreas de terreno exactamente, según nos cuenta Don Gustavo Moya, quien está a cargo del espacio. Nos dice que antes fue parte de un fundo llamado La Vilana quienes donaron el terreno a los jesuitas para la construcción de un hogar de niños, que se fue agrandando con el tiempo y se conformó como un centro de encuentro de la comunidad. Contaba con una piscina, un teatro, una iglesia además de un colegio perteneciente a la misma congregación de los jesuitas. Por todas esas características es un lugar muy conocido por los habitantes del sector. Funcionó por veinte años hasta que lo convirtieron en un hogar psico-psiquiátrico para personas mayores. Luego este espacio cierra, quedando abandonado abruptamente: desde ese momento han transcurrido unos seis años aproximadamente.
Don Gustavo nos cuenta, que miraba el lugar abandonado y sentía nostalgia de los buenos momentos vividos en el espacio, poco a poco se fue configurando en su mente la idea de volver a tener ese punto de encuentro comunitario, esta vez como un centro cultural. Junto a otras personas recuperan el terreno y sacan una personalidad jurídica sin fines de lucro el año 2015. Desde la recuperación del espacio como centro cultural funciona una comparsa de bailes folclóricos quienes hasta la actualidad son muy activos, también se realizan talleres de peluquería, panadería, entre otros y también funcionan dos grupos de personas mayores. Según nos cuenta Don Gustavo, cualquier persona de la localidad que necesite el espacio para alguna actividad o encuentro cultural, puede hacer uso de él. Una de las actividades importantes que se realizan durante el año es “ochenta pañuelos al viento”, se realiza cada año en agosto, se baila cueca y tienen comida típica de la zona, la cual se hace cada vez más conocida en el territorio.
Luego de conversar recorremos el terreno y sus enormes inmediaciones, los árboles dan sombra y el material de los edificios es adobe pintado rojo, parece ser un lugar agradable para capear las altas temperaturas veraniegas, continuamos caminando y observamos que en el centro del patio hay una fuente que dicen que es milagrosa “ la pileta de los milagros” pone un letrero. La cual tiene su impronta de milagrosa porque según la historia era usada por el Padre Hurtado para lavar su ropa, siendo este un personaje muy importante para las y los habitantes de Estación Colina.
Al recorrer el lugar, se observa que aún quedan vestigios de sus antiguos ocupantes, con lo cual nos es más fácil intentar reconstruir mentalmente su historia. Entre sus características podemos señalar que es un espacio señorial, muy sobrio, cuenta con una iglesia que ahora funciona como un pequeño museo donde hay esculturas, fotografías y otros registros de su historia. Se observa que algunos pabellones están acondicionados aún como salas de hospital, usadas cuando el lugar fue un centro psiquiátrico. Por otro lado también se ven murales, pinturas y salas acondicionadas para las actividades formativas que dan cuenta de los nuevos tiempos del Patroncito. Nos despedimos de Don Gustavo y le agradecemos su relato. Por hoy damos terminada nuestra visita.