Nos reunimos con vecinas de estación colina y villa Esperanza, vecinas activas en el territorio. En el patroncito nos reunimos. En círculo. Entre el cotorreo de los loros que anidan en los álamos. Nos presentamos y hablamos de algunos deseos y necesidades que se hacen presentes, sobre aspectos que duelen y otros que alegran en relación al territorio que hoy estamos todxs habitando.
Un vecino nos habló de las protestas de los últimos años contra el TAG en la ruta 5 norte, una serie de peajes en la vía de conexión entre Lampa y Santiago, de costo abusivo para la comuna. También de la fuerte especulación inmobiliaria de la zona, asociada al cambio de uso de suelos que han pasado de ser declarados rurales a urbanos. Vecinas de villa Esperanza nos contaron del pasado de su población, su lucha histórica por el derecho a la tierra y la vivienda, así como sobre la horrorosa represión que sufrieron en la dictadura de Pinochet. También sobre la debilitación de los lazos comunitarios que perciben hoy en día, el hacinamiento territorial que observan acompañando a la migración actual, la preocupación que les genera el narcotráfico y el consumo de drogas, así como sobre sus deseos de trabajar en relación a la memoria política de la villa.
Otras vecinas de Estación Colina que trabajan el área terapéutica nos contaron que los problemas de depresión y violencia de género e intrafamiliar son los síntomas y causas más recurrentes del malestar entre las suyas. También una vecina mayor nos habló sobre la pobreza encubierta entre muchos de quienes habitan allí: una pobreza que pasa desapercibida tras la posesión de ciertos objetos o bienes que se supondría dan cuenta de un bienestar material y social que en realidad no existe.
En una dimensión más cálida, nos comentaron sobre la escuela y el positivo ejemplo de NO segregación que significa para los niños y jóvenes del territorio. También nos hablaron con satisfacción sobre el hecho de que en estación Colina todxs se conocen, y con añoranza sobre un pasado reciente pero perdido donde se hacían “colonias” de verano, procesiones alegóricas y otras actividades que unían a la comunidad en un sentido de celebración y carnaval.
No es extraño que la gran mayoría de agentes activxs –ya sea desde la contención o la crítica- en la comunidad sean mujeres, y no es necesario que las vecinas se identifiquen con las banderas el feminismo para que nosotrxs podamos observar en su acciones, preocupaciones y empeños los rostros de la resistencia ante la violencia patriarcal. Violencia que subyace tanto a la cultura colonial dominante de “los patrones” en los fundos de la provincia de Chacabuco, como al modelo administrativo del Estado capitalista con el que estos pequeños, medianos y grandes patrones especulan y negocian. Las tierras se lotean, las aguas se secan y los caminos se encarecen en aras de una modernización que proclama beneficiar a todxs por igual.
Quedamos de reunirnos nuevamente en ese mismo lugar. En círculo. Entre los loros que cotorrean y anidan en lo álamos del Patroncito.