Durante esta semana hemos estado preparando la actividad que hicimos ayer con las niñas y niños del jardín infantil Las Murtitas. Pensando en la importancia de diseñar y crear un jardín pedagógico colaborativamente, ideamos un artefacto para poder escuchar las voces de las y los peques. Nuevamente la naturaleza se apoderó de su imaginario y reflexiones, aspecto que nos emociona cada vez desde nuestra experiencia citadina.
La invitación en un principio fue a conectarnos con el patio del jardín. Hicimos un ejercicio de despertar y activación de los diferentes sentidos, para luego recorrer el espacio. El juego fue reconocer todo elemento que aparecía en nuestro andar, nombrarlo, reconocer su materialidad y dedicarle unos segundos para tocarlo. El mejor momento fue cuando llegamos al único árbol del patio, un arrayán torcidamente grande y rojizo al cual decidieron darle un gran abrazo para después trepar.
Luego de nuestra excursión de reconocimiento entramos a una de las salas para comenzar a imaginar qué es lo que les gustaría crear y experienciar en el patio del jardín. Nos sentamos en círculo a recordar lo que habíamos visto y tocado y después cada unx compartió sus expectativas. Un volcán con lava, muchos arcoíris, una pista de autos y, el favorito de todxs, un puerta/portal que nos lleve a donde queramos ir. Después, todxs dibujaron sus deseos en una pizarra/puzzle gigante desmontable. Primero líneas discretas, luego manchas, terminando con gran parte de su cuerpo como soporte para pintar esta imagen colectiva.
Hemos estado pensando en la importancia del trabajo concreto y simbólico en el patio del jardín. Como hemos dicho antes, la población de Ensenada está muy dividida y desmotivada frente al trabajo comunitario. Han tenido malas experiencias de organización internas y gubernamentales, por lo que muchos han decidido desvincularse de las juntas de vecinos y otras organizaciones locales. El acto de crear colectivamente este espacio puede provocar una pequeña oportunidad para volver a escucharse, trabajando todxs por un bien común. Qué más genuino e importante que el lugar para las niñas y niños. Por otro lado, hace unos días una de nuestras madrinas nos dijo, “yo veo el proyecto del patio como la plaza que no tenemos y tanto necesitamos”. La analogía del patio pedagógico con la plaza de Ensenada se nos quedó impregnada en nuestros cuerpos como un acto simbólico muy fuerte y lleno de sentido.