El lunes 13 de enero en la once que tuvimos en el patroncito con las vecinas de los distintos sectores que componen Estación Colina, acordamos que nosotras nos vamos a ir moviendo por los barrios para conocerlos. En esta oportunidad quedamos de reunirnos a eso de las 5 de la tarde del jueves con Patricia. El calor estos días es mucho. Compramos agua en un almacén cercano a las líneas del tren y comenzamos nuestra caminata de 20 minutos aproximadamente hasta llegar al lugar acordado. Ana Karina mira el termómetro de su teléfono, a esa hora marcaba 34 grados. Poco a poco fue bajando un poco el calor y empezó a caer el atardecer.
Llegamos al lugar y observamos que Patricia ya estaba ahí, comprando algunas cosas en un negocio, nos saludamos, dejamos nuestras mochilas en su casa y comenzamos a derivar y conversar. Villa Esperanza en sus comienzos fue una toma de terrenos, Patricia nos cuenta que ella llegó a vivir allá con su familia en los años 70. La condiciones de las viviendas en ese momento era bastante precaria, la gente se instalaba como podía. La intención de la dictadura militar en ese momento era expulsarlos de ese lugar pero a través de la vicaría de la solidaridad los terrenos fueron regularizados y sus habitantes pudieron quedarse y construir sus hogares.
Nuestra primera parada es en la sede vecinal, que es una sala donde tienen muchas cosas desde máquinas para ejercicios, tatamis para artes marciales, mesas, sillas, parlantes, entre otras. Nos comenta las actividades que realizan, las fiestas. En especial nos detalla la que realizan para navidad, dulces y piscina para las niñas y niños. Nos comenta que también hacen talleres, como el de karate y las reuniones de la junta de vecinos. Al lado de este espacio hay un gimnasio grande donde hacen actividad física todos los días, hay un cronograma semanal afuera, que pone crossfit, baile entretenido, entre otros.
Continuamos caminando, como está bajando el sol la gente comienza a salir de sus casas, se instalan unos puestos de ropa y también salen personas a conversar y comprar cosas en los almacenes.
Caminamos hacia un lugar amplio donde ya no hay casas, está lleno de cardos, nos dice que cuando los tallos salen en temporadas frías se llaman pencas y se comen como el apio en ensaladas. Luego durante el verano salen las flores, conocidas como cardos, que antiguamente eran usadas en las coronas de los muertos.
En este espacio vemos que hay basura, escombros más bien. Nos comenta que todos los terrenos que están despoblados, como en el que estamos, pertenecen a empresas, algunas están instaladas otras en vías de hacerlo. Coincidimos en que la limpieza del entorno es fundamental.
Salimos de ahí y continuamos. Patricia nos cuenta historias sobre las casas de sus vecinos, algunas anécdotas, hay varios de ellos que tienen chacras en sus terrenos y se dedican a la agricultura, otros han construido casas y las arriendan, Debido a la gran cantidad de empresas que hay en el sector, muchas personas se han trasladado a vivir ahí. Por la calle se escucha música que viene de las casas, hay algunas personas instaladas en sus jardines bajo de los árboles donde está más fresco el aire. Comienza a caer la noche y nuestro recorrido llega a su fin.
De momento nos vamos tranquilas, ahora podemos vislumbrar las primeras vinculaciones con los habitantes de villa Esperanza. Patricia nos acompaña muy amablemente al paradero de micros, nos despedimos y nosotras continuamos el camino.