Después de la deriva por la playa quisimos concretar una colaboración permanente con el Jose para materializar de algún modo lo que proyectamos sobre esa nube de ideas mancomunadas cuando nos juntamos a divagar por Collico. Así que ahí sentadxs a su mesa tomándonos un café le propusimos formar parte del proyecto como un tercer pilar o viga o ventana. Dado el sí de inmediato nos pusimos a mirar cómo había sido la primera jornada comunitaria y llegamos a algunas conclusiones unánimes: la playa está más que recuperada si está llena de gente que va a pasarlo bien y la usa pero claro no son del barrio en sí así que en realidad pareciera más bien que lxs vecinxs de Collico tienen en su estructura de clase -media emergente hace ya muchas décadas atrás- un enemigo cultural que domina subliminalmente el correcto uso de los espacios públicos llamado también por la Mile, conservadurismo aspiracional. Entonces nos vino un cambio de punto en el paño que veníamos tejiendo porque la práctica nos estaba mostrando una realidad mal definida desde nuestras proyecciones idealistas. Seguro había un concepto que describiera mejor esa imagen que mucho más clara ahora veíamos de la playa y nos paseamos por varias: pertenencia, identificación, preservación, apropiación, protección y apareció también conservación, que descartamos de inmediato porque implicaba evitar de antemano cualquier deterioro o decadencia material de lo que tuviera que morir en ese universo llamado playa Collico pero en realidad nos aburrimos prontito de ese caldo de cabeza así que pasamos a la otra conclusión: no sólo éramos un grupo muy variopinto en edades y persos, sino que Vicente que se desplaza sobre ruedas y la otra vecina que cargaba su aparato del oxígeno nos mostraban que si bien la jornada de ese día tuvo un recorrido fluido entre dispositivos y suelos nunca pensamos ni remotamente que llegarían vecinxs con otro tipo de movilidades y darnos cuenta de esto ciertamente modificó la forma de entender las condiciones materiales y relacionales mínimas que debían modelar este proyecto y también nuestra propia mente, así como cuando te toca un capítulo de los Simpson donde aparecen en 3D y ya nada es como antes porque te desconcierta y despabila al mismo tiempo. No podíamos volver a desconocer esa multiplicidad de dimensiones humanas y ambientales así que le pusimos una lana roja al índice de nuestra mentalidad normalizadora. Con eso, como premisa, fuimos armando una maqueta de lo que sería el próximo encuentro comunitario y sellamos el pacto de colaboración con un grupo de whatsapp.
La feria de Menzel es un largo túnel hecho de puestos y mallas rachel que cubren bien del sol bien de un aviso de lluvias así que por ahí pasamos el domingo de punta a cabo repartiendo flyers de lo que sería la jornada comunitaria en la plaza de la Villa y para nuestra sorpresa muchxs de lxs feriantes nos pidieron para repartir e incluso se pegaron unas arengas que despabilaron a la gente que andaba comprando en ese túnel que de negro y bajo el sol tenía un efecto de baño turco. El día anterior habíamos estado en lo mismo con la Alicia entre la plaza y las casas pegando afiches o avivando a lxs vecinxs al estilo evangélico pero había tanto sol que la Alicia nos despachó rapidito, onda…¨ saben que más mejor yo sigo con la fresca porque ni una gracia ahora¨…así que nos dimos un abrazo firme en señal de compañerismo y dimos la media vuelta no sin antes mirar la plaza por última vez y despedirnos de esos restos de bancas maltrechas y de los gigantes de fierro corroído que mirados en ese instante como hallazgos de una civilización desconocida, sabíamos podían ser nuestrxs mejores aliadxs en la tercera dimensión de este proyecto.