BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Central recolectora Cecrea - Valdivia, Los Ríos - 2019 Residente: Mariana Catalina Carrasco Ruiz
Publicado: 29 de febrero de 2020

Estábamos a un día de zarpar con la fantasía de ser la flota de niñxs rebeldes de la noche valdiviana porque teníamos todo más o menos calculado para jugar al filo de las reglas y no ser descalificados por los censores municipales que prohíben el asomo de contenido político en su gran evento gran. Don Guillermo nos avisó  que no tenía boxeadorxs así que llamé a uno de los tutores del hogar de niñas de Collico que también era fundador de un club de kick boxing pero me dijo pucha justo ese día peleo en Lautaro y van todas las niñas a verme así que imposible pero me dejó el contacto de unxs cabrxs que prendieron al tiro. Habíamos ido a preguntar a los marinos si era factible subir a lxs cabrxs a la embarcación para el concurso y también para un futuro indeterminado pensando cuando ya construyéramos la nuestra propia y todo viento en popa. La Milena con su velocidad del rayo nos consiguió chalecos salvavidas con el Gino, un dirigente de la pesca artesanal de aquí de Los Ríos con quien nos pusimos a conversar del oficio y de cómo veía él la idea de la fabricación artesanal de un bote con lxs niñxs, siempre optimista nos habló de un viejo cascarrabia que aun fábrica a la vieja usanza por allá por Niebla cuando quiera lo vamos a ver.

 

Estábamos listxs con chalecos, un ring ya terminado después de dos días de trabajo, la embarcación que aunque no estaba terminada se lucía elegantísima y la pareja de boxeadorxs ya estaba ahí junto a nosotrxs y junto lxs niñxs que entusiasmados después de varios intentos de combate habíamos definido una puesta en escena: la púgil saldría con el pañuelo verde por el derecho al aborto y su contrincante con una capucha negra y nosotrxs que seríamos el público de las gradas a cada golpe que recibiera un púgil nos taparíamos un ojo, fin, estábamos dadxs pal éxito.

 

El choclo de nuestras ilusiones juveniles se fue desgranando de a poco y partiendo cuando los viejos nos mandaron a decir que lxs niñxs no iban a poder subir na porque ya iba mucha gente en el pontón y que a lo más podían ir dos cabritos arriba ¿Pero cómo po don Guillermo si yo ya les dije y cómo van a subir unos sí y otros no? nos enfrascamos en soluciones que no llegaron a ningún puerto y bueno qué más daba si mirado a la luz del tiempo  lo que venía después sí que era lo triste. Estaba cayendo la tarde y de la ribera collicana  había que emprender viaje hasta el puente Calle Calle como lugar de partida de la competencia con una embarcación engalanada como réplica del coliseo municipal que ya con los focos parecía una fantasía flotante y el ring instalado con las manos de lxs niños estampadas y los ojos ilustrados dentro, los peleadores dispuestos con su mejor pinta y un ánimo colectivo de satisfacción daba aire favorable al zarpe, pero no. El pontón arrastrado por una lancha a motor comenzó a dar vueltas en círculo a razón aparente del peso de la estructura lo que después de varios intentos obligó a los viejos a desmembrar parte de la escenografía para volver a intentarlo y luego volver a intentarlo y así despojándose de una parte aquí otra parte allá, cuando parecía que la fuerza del motor daba ímpetu al rumbo la embarcación avanzaba para atrás del destino y a favor de la voluntad del río que se llevó pa dentro a los viejos del club </3

 

Lxs cabrxs que esperaban expectantes ver pasar el engalanado por la tele  me escribían al whatsapp para saber porqué la embarcación no había aparecido y nosotrxs les dimos explicaciones simples y concretas pensando que después hablaremos de esto. Lo cierto es que todxs sin excepción estábamos sintiendo una gran tristeza </3

 

Noche valdiviana o cómo avanzar para atrás.

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