Ya nos llega la hora de despegarnos del territorio, es complejo, es un momento en donde empiezo a pensar de manera retrospectiva de los momentos vividos en la residencia, a la vez es una invitación a bajar la intensidad y saber cómo despedirse de personas que pasaron a ser parte importante en tu vida.
Las Residencias de Arte Colaborativo son una experiencia distinta, ya que más allá de nutrir el trabajo profesional en territorio, comienza a florecer naturalmente lo humano, en donde uno naturalmente se involucra más allá.
El proceso de la residencia fue un terreno que descubrir, un desafío constante, en donde hubo espacio para experimentar e intentar nuevas metodologías que nos ayuden a mejorar el proceso artístico con la comunidad y dotarnos de nuevas experiencias.
Tal vez los trabajos artísticos no van a ser comprendidos por galerías o festivales de cine, ya que los trabajos colaborativos realizados en este tipo de procesos contienen un lenguaje local, en donde nos sumergimos en las prácticas artísticas con una perspectiva propia, que se entiende desde lo vivencial. De esta manera se transforma en algo accesible para la misma población, lo que hace que exista una reflexión local y tenga su importancia en el territorio (o al menos eso esperamos).
Esperamos que esta bella experiencia pueda tener eco en el territorio y en el exterior.
¡Hasta la próxima!