En las residencias nos toca enfrentar diferentes situaciones, entendiendo que partimos de la base en que nos trasladamos a vivir a habitar otro territorio y salimos de nuestro cotidiano.
Una de ella es desconectarse de los centros urbanos. Comprender que las búsquedas humanas gozan de ritmos diferentes nos lleva a encontrarnos con una sensación en donde el tiempo de calma es más importante que cualquier otra cosa. Bessy, vecina de San Dionisio, nos decía hace unos días: «No me gusta escuchar la radio, me gusta salir al patio, escuchar el sonido de los pájaros y de los árboles…».De inmediato, Celia le comenta que en la ciudad hay gente que compra CD’s para poder escuchar estos sonidos (para escuchar la paz). De paso nos reímos.
Es curioso que este acto tan simple marque el devenir de San Dionisio, en donde muchos de sus habitantes se encuentran alejados del exitismo capitalino. Pilar, por su parte, piensa en aquellos que están próximos a migrar a la ciudad para cursar la educación media. Quién sabe si volverán a escuchar los pájaros o se quedarán fuera añorando siempre el tiempo pasado en la precordillera.
Comprender los ritmos y narrativas locales continuará siendo uno de nuestros desafíos, de modo de poder adentrarnos de la mejor manera, como decía Violeta: Sin quedarse ni pasarse/ medio a medio de la raya.
Juan Francisco
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