El trabajo se empieza a poner intenso. Proyectar un trabajo entre todes se va dando naturalmente y la creatividad de la gente que nos rodea desborda y se conecta realmente con los materiales que hemos conversado.
El adobe en esta instancia se ha transformado en una conversación cotidiana. En la bitácora anterior se nos acercaban nuevas estructuras, este día hemos comprendido que siempre hay un futuro, un ¿qué pasará después? y por ende estas nuevas estructuras se vuelven ahora más próximas.
Les niñes se aproximan a estas juntas de barro de una manera decidida, a trabajar, avanzar y pensar en las casas antiguas, las casas de sus abuelos, y cómo poder transformar la idea de hogar, o de casa. No titubean, molemos las piedras para transformarlas en tierra manejable, la colamos para dejarla más fina, aparece el barro, cortamos la paja y la vamos agregando dependiendo de lo que se necesite para las estructuras.
Vamos comprendiendo en cada pasada de material la cantidad de mezcla que se necesita para cada faena. Naturalmente ponemos más paja cuando queremos más estructura, y más agua cuando queremos amasar.
¿Podríamos imaginar hacer crecer estas formas?
Todes tienen claro que es un trabajo que no puede hacerse individual y que todes aportan de distinta manera. En cada pasada se van tomando decisiones de forma que coordinamos para resolver de la mejor manera.
Cada cual se vincula con el adobe de manera nueva, y eso es muy interesante, y lo notamos en la forma de pensar las estructuras, ya que van apareciendo sin incluso que nos demos cuenta en el momento.
La tarde terminó en una convivencia donde pudimos conversar un poco de lo que habíamos logrado y lo que nos deparaba para el lunes próximo.
Les niñes quieren caminar, ir a los cerros a buscar la tierra y reconocer en el lugar estos materiales.