Con las caminatas y las conversaciones hemos encontrado puntos en común, no tan evidentes a simple vista y que nos hacen pensar en lo radical que puede ser un archivo a nivel personal y colectivo. Contar con objetos, documentos, relatos, fotografías, que van tramando la historia de un pueblo nos parece profundamente interesante para la interacción de una comunidad.
Pudimos hoy tener una reunión con el Centro de Madres, donde nos presentamos y explicamos nuestras apreciaciones sobre lo que se podría construir en conjunto.
De inmediato pudimos entrar en diálogo sobre oficios y trabajos relacionados con la paja, su trenzado y posterior realización de chupallas, individuales, aros, etc, donde esta práctica tiene y tenía una implicación familiar. Toda una historia de actividades que sucedían en el pasado y que ahora no se practican, como el mingaco, instancia de trabajo colaborativo en pos de ayudar en una faena trabajosa, lenta y cuidadosa. Los detalles en esta práctica son de suma importancia.
Lucila nos invita a su casa, nos muestra sus trenzados, nos cuenta sobre los mingacos, y de cómo hay una nostalgia generalizada a los tiempos donde una fogata, el corre el anillo y trabajar con los animales en la lluvia ya no están.
Luego Nona, nos muestra la antigua máquina Singer para coser las chupallas, y se entrecruzan las historias de Jacinto, que nos contaba sobre quién fue el que modificó la horma para las chupallas, pudiendo partirla en dos y utilizando cuñas para que no se atorara y fuera más fácil de trabajar.
Conocimos también San Pedro de Alcántara fútbol club, donde todos los viernes entrenan alrededor de 50 niñes con su uniforme naranjo.
Nos llevamos el primer libro de Acta del Centro de Madre para digitalizar, lo entregaremos en la próximo reunión.