Partimos en dirección a Paredones para comprender la dimensión de la comuna, sus quebradas, las posibles fuentes de agua y los cerros.
El camino de San Pedro de Alcántara a Paredones no es bueno, está de hecho siendo intervenido, pero sus paisajes nos dan la capacidad de entender un poco la relación cuerpo distancia y las formas de traslado de muchas personas.
Es común andar a pie, aún con los tremendos calores del mediodía, así conocimos a Don Jacinto. Él iba caminando, lo pillamos cerca de la garita Urzúa, lo llevamos y nos pusimos a conversar en el camino a Paredones. La conversación estaba tan entretenida, que nos dejó invitados a pasar por su casa a la vuelta, decía que nos sorprenderíamos con los árboles frutales y animales que habían por ahí.
Terminada la vuelta por el pueblo de Paredones, retomamos ruta de regreso y con ganas de pasar a conocer ese hermoso lugar que nos había descrito.
Pillamos la garita y doblamos cerro abajo.
Nos encontramos con Don Jacinto en la entrada, y nos da la bienvenida a su casa con un canasto lleno de nísperos.
De a poco vamos conociendo al resto de su familia, Blanca, su hermana, también muy amable. Nos instalamos a charlar sobre la vida allí, cómo era cuando ellos eran chicos y la serie de imágenes, objetos y palabras que empiezan a aparecer en sus relatos. Las fuentes llamadas callanón, hechas de barro cocidas con fuego, generalmente bien grandes y pesadas. Estos objetos no son nuevos para nosotros, pero si el uso cotidiano. Fuentes de uso diario y con historia familiar, recuerdan a su madre llevándolas llenas de ensalada. Hemos hablado de hogar anteriormente, y el origen de la palabra está en el fuego, elemento que hace reunir, y que forma un hogar, el mismo fuego formaliza estos utensilios para generar diálogo y cotidianidad.
El caminar se vuelve fundamental para la relación y mirada entre personas, comprender nuestras prácticas y generar un trabajo en conjunto.