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Residencia: La reinvención agraria San Dionisio - Panimávida - Colbún, Maule - 2018 Residente: Juan Francisco González
Publicado: 22 de enero de 2019
Y… ¡lo logramos!

Debo decir que el proceso de la obra colectiva que iniciamos con el Multitaller de San Dionisio fue una aventura que siempre recordaré. Llena de momentos fuertes, como la felicidad de cuando comenzaron a pintar, luego de un largo proceso de maquetas y bocetos, cuando las ideas por fin comenzaron a materializarse frente a sus ojos. Cuando dieron vida a las protagonistas del letrero, mujeres como ellas, y comenzaron a sentirse identificadas en ellas. También momentos de intimidad compartiendo, como un día que pintamos juntas hasta que se hiciera de noche. Luego, las dudas, cuando nos abandonaron los maestros que nos debían ayudar a instalar la obra, o cuando encontramos un día una sección de la pintura partida por la mitad. Sin embargo ahora, que lo puede contemplar de pie, instalado en esta esquina clave de San Dionisio —cruce entre la Escuela, la Capilla y la Cooperativa—,  puedo ver el camino que logramos atravesar y cómo superamos juntas estos problemas para lograr llevar a cabo el proyecto.

Siento que en esta obra colectiva logramos entregar las herramientas necesarias para que ellas mismas levantaran el proyecto de manera autónoma. Dentro de estas herramientas, la presencia de la artista Olivia Muñoz fue muy importante, ya que su intervención en la obra (muy medida, sobre todo desde fuera y no directamente), les entregó la confianza necesaria para que ellas mismas pudieran seguir avanzando, quedando las mujeres del Multitaller igualmente agradecidas.

Siempre recordaré el cambio que generó para nosotras levantar esta obra. Cambiaron sus rutinas, quedándose varios días a pintar hasta la noche, olvidando el tiempo y dejando, como ellas mismas describían, «al esposo esperando en la casa su café y pan con quesillo». Las tensiones que generó el hecho que una mujer dejara su rol de dueña de casa para entregar tiempo a un proyecto propio, se hicieron ver incluso hoy, cuando tendemos a creer que estas creencias se han disipado en la sociedad.

Un día, uno de los esposos llegó una tarde hasta el patio trasero de la capilla donde pintábamos, y seducido por la obra de su esposa, volvió con una guitarra a tocarnos canciones rancheras hasta la noche. Es otro recuerdo que no olvidaré de este trabajo, donde más allá de la obra, terminó por ser un proceso hermoso.

Célia

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