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Residencia: Ventarrón Ñirehuao - Coyhaique, Aysén - 2018 Residente: Juana Guerrero
Publicado: 23 de diciembre de 2018
A falta de viejo pascuero, tenemos pizza

La junta de vecinos organizó, como todos los años, la once navideña para niñes de la localidad. Todo lo que se comparte en esta once es donación de los vecinos. Se instalaron mesas a lo largo en las afueras de la sede, para que todes pudieran disfrutar. Había torta, galletas, dulces, canapés y pizza.

Se nos ocurrió días antes que en vez de hacer el hito culinario, sería mejor aportar en esta convivencia y así también rescatar la receta de pizza que fue la última que sorteamos, preparación a cargo de la señora Toya.

Esa mañana partimos a las 10 a su casa para comenzar con la preparación. La señora Toya vive con su nieta, desde que nació se ha hecho cargo de ella y su esposo llega los fines de semana del campo.

Tiene un almacén que construyó a pulso según lo que nos cuenta, aquí vende algunos abarrotes, pizzas, empanadas de oveja, dulces caseros y pan. Dice que solo con la venta del pan tiene la cuota del día y que no quiere agrandar su negocio pues con lo que tiene le basta.

La señora Toya nos ha dejado a todos admirados con su pensamiento. A pesar del limitado espacio que habita, dada las condiciones de Ñirehuao, tiene un discurso muy potente sobre la diversidad y la necesidad de aceptar las diferencias. Nos comparte el dolor que le provoca la discriminación y el poco cuidado que hay en las relaciones entre la comunidad.

Estuvimos preparando las pizzas y hablando de todo un poco, nos agrada que fluyan en el hacer conversaciones profundas y significativas.

Cuando llevamos las pizzas a la sede ya estaban casi todos, habían instalado unos juegos inflables y la municipalidad de Coyhaique envió regalos para los niños. Las encargadas de repartirlos eran Gloria y Naya, representantes de la junta de vecinos. Bromearon con la llegada del viejo pascuero: “Le tocó corte en el camino, por eso no llegó” “el viejo pascuero llega solo hasta Villa Ortega” “Se le fue la micro al viejito”. Así entre risas los niños recibieron sus regalos y de inmediato comenzaron a jugar con ellos. A nosotros nos causó risa que las niñas de 2 o 3 años recibían una guagua de juguete para cuidar.

En la comunidad se ven cada día más afiatados estos espacios que se crean de forma colaborativa y nos agrada ser parte de esto.

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