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Residencia: Ventarrón Ñirehuao - Coyhaique, Aysén - 2018 Residente: Juana Guerrero
Publicado: 10 de febrero de 2019
Escuela pa´ la calle, en la calle

“La micropolítica está por debajo del radar de la política y trabaja sobre colectivos pequeños y acciones corporales que permiten que florezcan espacios de libertad. Lo que buscamos es repolitizar la cotidianidad, ya sea desde la cocina, el trabajo o la calle. Porque la academia no puede darte todo y te aleja del pulso colectivo, de lo que pasa en realidad, de las cosas que hace la gente. La idea es practicar la descolonización a través del cuerpo y eso no se dice, se hace.

Silvia Rivera Cusicanqui

 

Llegó el día en que salimos pa’ la calle, fue como nuestro ritual de iniciación para el trabajo y la celebración que se viene.

Nos levantamos con la energía para sostener lo que sería el cierre de nuestra escuela de verano, nos repartimos las tareas y salimos al encuentro.

Hace unos días atrás habíamos hablado con don Serafín, bombero de la villa, le pedimos si podía acompañarnos con el carro de la compañía de Ñirehuao, le gustó la propuesta y quedamos para que ese día llegara pasada las 11 am.

Ya teníamos todo listo, los vestuarios que creamos junto a Alejandra y  los chicos de Servicio País, los instrumentos enchulados hechos semanas antes en la escuela, las máscaras, el cartel que contenía todas las consignas que los niños y niñas habían escrito y que Serafín atornilló en el carro, las banderas y el parlante cargado. Solo faltaba amarrar estilo pergamino la programación del encuentro que habíamos imprimido para repartir a quienes salieran a saludarnos, y de esta tarea se encargaron las chicas del PMU.

Marcelo, el cóndor del grupo, llegó a caballo y fue quien guió el recorrido del pasacalle, Maxi y Pablo, el martín pescador y el jabalí, llegaron en sus bicicletas, nunca se bajan de ellas, Maxi preguntándonos cada 5 minutos si ya era hora de ponerse el vestuario. Aron tuvo una crisis previa al estreno pues no le gustaba como había quedado su máscara de caballo, le dijimos que podía no usarla y que no se preocupara, tenía la cola y con eso bastaba. Liz, la más pequeña del grupo y una de las más motivadas, llegó exigiendo su vestuario de chanchito, el día anterior no estaba listo y solo faltaba ella con la prueba de vestuario. Ese día no se separó de Antonia, su nueva amiga y otra martín pescador. Nicole, Tania y Matías, las truchas, estaban tranquilas esperando comenzar y Javier era el más tierno con su traje de liebre. Yiovani de Martín pescador tampoco se bajó de la bici y decidió hacer el recorrido en dos ruedas.

Antes de arrancar y como ya es de costumbre en nuestros encuentros, unificamos la respiración y la energía en un entrenamiento corporal para desbloquear y preparar la cuerpa para salir a meter  bulla.

Naya, capataz del PMU, se motivó con tanto alboroto y le dio las indicaciones a su equipo para que acompañen el pasacalles, algunas se subieron al carro de bomberos y otras al camión de la basura que puso a disposición Mauricio, un vecino de la villa.

Marcelo a caballo iba primero, le seguían quienes iban en sus bicicletas, el resto caminaba entregando las programaciones, atrás el carro de bomberos con el parlante a todo trapo. Se sumaron también los autos de algunos padres y vecinos, así que sin quererlo teníamos una caravana.

Nosotres ya sabíamos que en la villa hay poca gente, pero esta actividad vino a recalcar lo que aquí sucede. Fueron pocos los que salieron a saludarnos, aun así observaban desde adentro, medios temerosos y sin entender mucho.

Las que sí salieron y hasta con pañuelos fueron las más longevas de Ñirehuao, nuestras queridas abuelas, se emocionaron porque también veían parte de su aporte puesto en los vestuarios y banderas que se lucían en las calles.

Cada vez que se asomaba alguien y sabíamos su nombre lo gritamos fuerte, Icha Icha Icha!!, Elvira Elvira Elvira!!, Evaristo Evaristo Evaristo!!!, etc.

Entre nosotres nos hacíamos barra y nos animábamos, íbamos bailando y cantando. Reproducimos también los audios de los niñes grabados previamente y así recorrimos toda la villa. Metiendo bulla y anunciando el esperado Encuentro Costumbrista.

Terminamos donde empezamos, y al llegar un Ñirehuao repetitivo retumbó fuerte en los cielos de la villa, estábamos felices, nos abrazamos y fuimos a compartir una colación que preparamos entre todes.

Algo importante comenzó a pasar en esa jornada, estábamos todes eufóricos, hasta hiperventilados, pero fue rico sentir esa energía de manada, acompañándonos y anunciando lo que se vendría. Con fuerza y convicción niñes, adultos y ancianos.

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