Salgo a caminar durante la mañana. Los pescadores parpadean sobre los lanchones anclados a la caleta. La embarcación Fortaleza descarga lo recogido en el mar mientras dos lobos marinos descansan sobre una roca blanquecina. Me gusta el aire costero. Me trae a la memoria un pedacito de la infancia, cuando el puerto de Caldera me parecía una localidad remota y yo posaba, en short de baño, anteojos de sol y cubierto de arena, para una fotografía.
A media tarde me reúno con María José Múñoz, Coordinadora de las Residencias de Arte Colaborativo a nivel nacional, en su visita al territorio. Conversamos un rato afuera de la Estación de Trenes de Caldera, ahora Centro Cultural de la ciudad. Ninguno de los dos repara en la obra de Nemesio Antúnez. Una mujer centroamericana se nos acerca y nos recomienda un sitio donde almorzar. Agradecemos, pero ambos ya lo habíamos hecho: María José en la playa de Bahía Inglesa por invitación de un artista que residió en Porvenir durante el año 2015, a quien conocí gracias a un amigo que trabajó en la zona por aquel tiempo, y yo en casa de mis abuelos. Luego nos juntamos con la dupla de Profesionales de Servicio País, Ariel y Daniela, quienes ya llevan siete meses trabajando en Caldera.
Ariel es antropólogo y Daniela es Gestora en Turismo y Cultura egresada de la Universidad de Valparaíso, lugar donde yo estudié Cine. De hecho, pertenecíamos a la misma Facultad. Y para mayor coincidencia, Daniela realizó su práctica el 2016, en la Municipalidad de Torres del Paine, el verano que yo terminaba mi ciclo como Servicio País. Al parecer, el mundo sobra en un pañuelo.
Hablamos de su intervención y de los proyectos que han estado llevando a cabo. Yo conozco un poco sobre ello por la visita que hice anteriormente al territorio. Después nos dirigimos a la Radio Comunitaria “Amanecer” (107.9 FM). Allí nos recibe Nelson, joven locutor radial y miembro de la Agrupación Cultural “Te falta calle”, a quien ya conocí en mi visita anterior. Nos pregunta, al aire, acerca de la metodología de las Residencias, poniendo énfasis en la autoría de la obra que vaya a realizarse en la localidad. Respondo que, en este tipo de intervenciones, la palabra “autor” debe desaparecer del lenguaje. El autor no existe, la “obra” es un proceso de aprendizaje y de reflexión colectiva y el “artista” residente debe ser uno más de la comunidad. Finalmente, Nelson sella “la familia sigue creciendo” y me da la bienvenida.