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Residencia: Por las vías del tren Caldera, Atacama - 2018 Residente: Sebastián Vidal Campos
Publicado: 2 de noviembre de 2018
Un lugar donde vivir

La primera semana en Caldera asisto a algunas reuniones protocolares de presentación (tanto en la Il. Municipalidad de Caldera como en la Seremi del MINCAP en la ciudad de Copiapó). También asisto, invitado por los Profesionales Servicio País, a instancias de participación con la comunidad, con el fin de ir poco a poco vinculándome con el trabajo que se ha estado realizando en la comuna.  Me interiorizo acerca de un Proyecto participativo llamado “Viva la comunidad organizada”, donde colaboran varias agrupaciones y JJ.VV. del sector. También me entero acerca de la pronta realización de reuniones participativas para la Actualización del Plan Municipal de Cultura. Reflexiono acerca de ello y considero que ambas instancias me pueden servir para ir conociendo acerca de las necesidades, capacidades y voluntades de la comunidad en general, y para poder ir dando a conocer el proyecto de Residencia, a la vez que puedo ir entablando diálogo con los diversos líderes y “actores clave” dentro del territorio.

Paralelamente, recorro la ciudad buscando avisos clasificados y arriendos de casa. En poco más de un mes, la tranquila caleta costera de diecisiete mil habitantes se transformará en un sitio donde circularán alrededor de cincuenta mil turistas. Tiro una cifra intermedia, pues no tengo plena certeza del número real, pero oigo decir a un colectivero que serán muchos más los visitantes este año. Por ende, es normal que hostales, backpackers y hoteles colapsen, y que la gente aproveche la instancia de arrendar sus casas para la temporada estival, cobrando hasta 50 mil o 60 mil pesos diarios. Es difícil encontrar alojamiento por mes corrido en estas fechas. Nadie quiere desaprovechar la oportunidad de generar buenos ingresos durante el verano que se aproxima.

Por ahora, continúo en casa de mis abuelos. Me gustaría poder vivir con ellos como lo hiciera durante los primeros años de mi infancia, pero la casa donde residen actualmente no cuenta con el espacio apropiado ni tampoco les pertenece. Y además, junto a ellos viven Elizabeth (mi tía) y Achly, mi pequeña prima que hace unos días cumplió 7 años, y los cuatro son allegados en un lugar que, a duras penas, puede ser habitable. La realidad a veces sacude el polvo que se encuentra frente a nuestras narices.

Cito la frase que mi amiga Fernanda me dijo en el Aeropuerto de Santiago –nada es por casualidad –y aquello me evoca un sentimiento singular y contradictorio. Por estos días me he sentido en una especie de encrucijada. Sé el bien que le hace mi presencia a estos dos viejos que viven de pensiones ridículas y cachureos que venden en una feria libre, pero también sé que debo concentrarme y poner toda mi energía en el trabajo que vengo a realizar a la comuna. Encontrar un sitio donde vivir, puede que me ayude con ello. Por ahora seguiré recorriendo la ciudad, a la espera de la respuesta de la corredora de propiedades que una calderina me pasó como dato.

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