En el segundo hito, donde compartimos la comida, hay nuevas consignas. Ya no estábamos solos, Gloria, Alisson y Juan Pablo se habían unido al equipo y con ellos nos reunimos a construir la invitación de esta semana, trasladamos los materiales y pusimos manos a la obra.
Con los recortes escogidos para el collage y el llamamiento “Cuando se quiere, se halla la forma”, digitalizamos la imagen y la multiplicamos. Ese mismo día salimos a repartirlas, recordándoles a cada une que debían pensar en alguna comida que les gustará cocinar o que quisieran enseñar a preparar, o les recordara alguna tradición familiar u otra razón que los animara, sin darles más detalles.
Las tareas ya estaban repartidas, junto a Gabriela y Sebastián fuimos a Coyhaique, nos ocupó todo un día ir pues el camino se cierra de 14:00 a 18:00, pero de todas formas nos dio tiempo suficiente para demás trámites.
Gloria nos comentó que el PMU una vez más donaría la leña, nosotros llevamos todo lo necesario y al llegar, las chicas ya habían prendido el fuego, la estufa estaba lista. Al ritmo de Juan Gabriel, a pedido de Gloria, quien cortaba los tomates, comenzamos la jornada. Gabriela hacia lo suyo con el pollo, mientras junto a Alisson cortábamos las papas, Sebastián comenzaba a preparar su tentador pan amasado y el profe JP terminaba el postre: Nalca al jugo.
En este espacio de cotidianeidad, hablamos de amores y penas, no sé si fue la música, quizás la mañana de lluvia nos puso más sensibles, pero Gloria comenzó a contarnos de una desilusión que la había tenido muy triste, y de la pérdida de su padre hace pocos meses. Quería que la escucháramos y lo hicimos. Luego de su propia boca salió la frase: Chuta que hace bien esto de cocinar entre varios y desahogarse…
Fuimos seis los qué pensamos que hacer ese día en la sobremesa. Observamos y hablamos que ya el solo hecho de reunirnos a comer era algo que no se hacía y con el primer hito nos dimos cuenta que de a poco se va entendiendo que es más que ir a comer. Es ir a hablar y a escucharse, simples acciones que cuesta ocurran en la comunidad de Ñirehuao.
Estamos reuniendo gente que usualmente no tiene mucha relación entre sí. Esta vez llegó la señora Sandra con su mamá, estaban Naty, Valeska, Naya, Carmen, Ángela y Pascuala, todas del PMU, Camila, la tía del jardín, Juan Pablo, Gonzalo y Ale, Alisson, Natalia, la señora Zunilda, la Señora Coti, algunos niños y niñas que acompañaron a sus mamás y nosotros. La señora Elvira no pudo ir, don Evaristo estaba enfermo y tuvo que cuidarlo. Esta vez solo habían ido dos hombres.
Guatita llena, corazón contento. Comimos con una nueva distribución de las mesas, estábamos todos mirándonos y en el medio había una mesa con un mapa y una caja.
Luego de haber disfrutado de la comida en el ambiente, podíamos ver caras nerviosas, ya todos habían accedido a participar de la caja sorpresa, donde todos introdujeron la receta de alguna comida, y unos con más temor o vergüenza que otros, esperaban que diéramos las indicaciones del juego. Pero antes nos enfrentamos a un mapa en construcción donde solo están marcadas las callecitas y lugares como la plaza y el cementerio. Sobre éste invitamos a cada une a ubicarse en él y a anotar el año en que llegaron. Rápidamente la dinámica agilizó la situación. Estábamos ocupando el espacio y los cuerpos estaban en acción. Fue difícil para algunos ubicarse y ahí es donde surgen los diálogos y los acuerdos, donde sociabilizábamos nuestra ubicación y podíamos dimensionar la cercanía de unos con otros en el mapa, además comenzaron a cruzarse historias que datan de los años que lleva cada uno en la localidad, risas y recuerdos. También los invitamos a que marcaran el lugar que más les gusta de Ñirehuao. En su mayoría hablaron del valle, el mirador que está pronto a construirse con el trabajo entre los vecinos, el cementerio, donde la señora Carmen dice están todos los que nos cuidan y los seres queridos de sus vecinos… algunos marcaban su propia casa como lugar favorito, otros el río y así.
Lo último que queríamos saber y que se comentara, era sobre aquellos espacios comunes que creen necesitan mejorar. Todo apuntó a que la plaza es un lugar que está muy olvidado y que por lo mismo no se hacen actividades en ella… algunas chicas comentaron que les gustaría tener máquinas de ejercicio en esta plaza, otras muy curiosamente comentaron que querían cambiar el cementerio de lugar y así dio para largo. Nos estábamos escuchando, sabíamos dónde estaba cada uno, qué lo unía a esta localidad y qué lo hace querer mejorarla. Actos simples que hacen que exista diálogo y escucha. Vamos pasito a pasito.
Finalmente sorteamos en la caja la receta, hasta redoble de tambores hubo. Galletas de chuño al agua, ñoquis al agua, guiso de lentejas al agua. Y el sorteado: Lasagna propuesta por Camila, la tía del jardín. Todos aplaudían, algunos motivados por el alivio de no haber salido sorteados y otros apoyando a quien había salido. Comentamos que este juego solo lo propusimos para poder hacer más lúdico el encuentro, pero que además era importante que todos alguna vez participáramos de la preparación. Camila tenía que elegir a dos personas con las que quisiera trabajar y no tuvo que hacerlo, pues inmediatamente se nos unió Naya y Naty. Equipo completo para trabajar una de las acciones que estamos levantando.