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Residencia: La memoria de los pueblos, huellas del altiplano General Lagos - Visviri, Arica y Parinacota - 2019 Residente: Katherine Guerrero
Publicado: 14 de enero de 2020
El señor de la luz y el telar de alfombras

 

Luego de unos días donde la mayoría de la personas bajaron a Arica, nuevamente el pueblo de Visviri volvió a estar un poco más habitado, fuimos en busca del señor de la luz don Juvenal, para que nos diera las instrucciones para comenzar a fabricar los telares que utilizaremos en el proyecto, lo encontramos en la sede y nos mostró un boceto de la estructura del telar para tejer la alfombra y además dibujo el diseño que llevara el telar y que quiere compartir con la comunidad ya que nos dice que le gustaría traspasar su conocimiento aprovechando esta residencia, no conseguimos un taladro y empezamos a tirar medidas a las tablas y a cortar los palos que sujetarán la estructura, se nos hizo la hora de almuerzo y dejamos tarea pendiente para continuar otro día, a las 15:00 horas fuimos a la junta de vecinos nuevamente para reunirnos con otras integrantes de la comunidad, la señora Luisa oriunda de Bolivia, pero que hace algunos años lleva viviendo acá en Visviri llegó junto a Lidia y Angélica dos chicas que viven y trabajan acá, Luisa nos mostró algunos de los trabajos en crochet que hace, algunas muestras de telar de 4 pedales que aprendió según nos cuenta en Bolivia a través de un profesor peruano que hacia clases en Charaña pueblo boliviano. Comenzamos a confeccionar un punto hecho en telar llamado ojo de perdiz que en la cultura mapuche es conocido como ojo de guanaco, luego de un rato llego mi compañero Matías con las esponjas y agujas para seguir elaborando la figura y personajes que formarán parte del proyecto que estamos planificando en conjunto con la comunidad, en eso llego una señora que es hermana de la señora Julia o Charito como le dicen cariñosamente acá, se vio muy interesada en participar así que le facilitamos lana y aguja y una agradable conversación donde no contó parte de su infancia y de como por necesidad de estudios y laboral debió bajar al pueblo a la edad de 14 años para radicarse definitivamente allá, además no cuenta de cómo ve al pueblo que cada vez que sube este va quedando más deshabitado, cuando ella era pequeña no dice que en Visviri vivían más de 40 familias donde se veían muchas niñas y niños con los que solía jugar, también el tren aportaba mucha vida humana en este lugar y ella solía subir y vender cosas por el simple hecho de que le gustaba sociabilizar con las personas, mientras comíamos maíz tostado, un alimento común acá en el altiplano nos decía que ella lo conocía como “cancha”, “tuto” o “pan de gallo”, nos aportó con un pato de la puna en lana, terminado nuestro encuentro nos dirigimos a casa ya que comienza a atardecer y caer unas gotas de lluvia.

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