Hace dos noches fuimos a la casa de Jaime y Marylita, miembros de la comunidad del Bandejón Chorrillos, a saludarlos por el año nuevo, y aproveché de llevarles unos regalos de navidad que tenía guardados para sus hijos. Renato y Sofía eran los más felices de verme. Compartimos un rato ameno y Aurora aprovechó de conocerlos un poco más.
Anoche volví a visitarlos, esta vez solo, ya que a mi compañera aún le falta resolver algunos asuntos pendientes y tuvo que viajar a Santiago. En casa de la pareja, además, me encuentro con Ana (algo que ya se ha vuelto costumbre) y con Jenny, miembro de la Agrupación “Te falta Calle”, Educadora Diferencial y bailarina de cueca. Precisamente Jenny, me invita a ir a la playa Ramada a la mañana siguiente.
Me cuenta que irá a entrenar y practicar sus pasos de baile en la orilla del mar. Me explica algo acerca del oleaje y la arena, que la ayudan a mejorar su resistencia y le otorgan una particular (quizá única) forma de bailar la cueca. Cuando me dice esto, yo pienso en Steve Hyuga, y en el arduo entrenamiento que tuvo que llevar a cabo para poder aprender el “tiro del tigre”.
La cosa es que Marylita y yo, acompañamos a Jenny hasta la playa Ramada, donde llevaría a cabo su peculiar forma de entrenar. Recuerdo haberle dicho (ya no en broma), que me imaginaba una imagen muy poética con todo eso de bailar a la vera del mar. La escena no distaba mucho de eso. Con los pies descalzos, firmes contra la arena, estuvo cuarenta minutos bailando, lanzadas al mar por un parlante con ruedas, las canciones de grupos como “Altamar”, “Maihuen de los Ángeles”, “Alerzal de los Ríos” y “Antamayu”, los copiapinos autores de la canción: la cueca crece (“la cueca está cambiando, la cueca crece, ella florece”), que es una de las favoritas de la bailarina. Mientras observamos los bailes, comentamos con Marylita, cómo puede ser que alguien que enseña a niñ@s pequeñ@s en una escuela, que le gusta la lucha libre y el vale todo y es fanática de Bob Marley, pueda darle tanto significado e interpretación a un baile como la cueca.
Desde Copiapó, las noticias acerca de Zarité continúan siendo positivas. Por otra parte, en Caldera se ha provocado una horda de turistas en las calles. Varios miembros de la comunidad están de vacaciones o finalizando sus compromisos estudiantiles y laborales. Por ello, durante estos primeros días del año, he estado tratando de visitar o de ver a la mayoría por mi cuenta, para mantener el vínculo, hasta poder volver a convocar una reunión en la que todos, o la gran la mayoría de los participantes que llevaremos a cabo el proyecto, que no pudimos concretar en la última reunión debido al accidente ocurrido, podamos estar presentes.
Desde niño, la Playa Ramada ha sido una de mis favoritas. Allí se reunía gran parte de mi familia materna en un enorme campamento (medio gitano) que se instalaba durante todo el verano. Recuerdo, alguna vez (con apenas diez años), haber estado varias noches tendido mirando las estrellas (fugaces por docenas). Pienso en esto una mañana, después de veinte años, mientras veo todos los cambios que han surgido desde entonces. Ya no existen los campamentos, y la familia difícilmente se reúne. Pero la playa Ramada sigue allí, tan inquieta como siempre, y hoy especialmente, la acompañan los pasos cruzados de Jenny, el zapateo de Jenny, el escobillado de Jenny y la cueca que crece y hace florecer la Jenny.
Pd. Ese día llevé la cámara, para hacerle unas fotos a la Jenny. Pero la tarjeta se me estropeó. Alcancé a tomar dos fotografías, que no sabía si las podría rescatar. Por suerte, para el registro visual de esta bitácora, allí estaban. Sin embargo, ninguna de las dos imágenes (ni mucho menos mis palabras) le hace justicia al momento que intento narrar en esta entrada.
Pd 2. Steve Hyuga era capitán del equipo de fútbol “Franco Canadiense”, máximo rival del “Niupi”, del fenomenal Oliver Atom. Hablo de la serie de animé infantil “Los Supercampeones” que pasaban por “El club de los tigritos”. Y la imagen que hago burdamente como referencia a la cueca de Jenny, es una práctica que Steve realizaba a orillas del mar, pateando la pelota, mar adentro, con el objetivo de romper el oleaje.