Cherry Venus, joven cantante y miembro de la “Comunidad Organizada” del Bandejón Chorrillos (Sector en el que se ha focalizado esta Residencia), nos invitó a participar de una capacitación (organizada por SERNAMEG) acerca de la Violencia contra la mujer. La instancia me parece positiva, en parte porque me ayuda a mantener el vínculo con los miembros de la comunidad (quienes han estado participando en distintas actividades y jornadas que se han estado realizando en la comuna), y también como un aprendizaje personal acerca de un asunto tan delicado y grave como es la violencia de género.
Me despierto en la mañana leyendo una noticia acerca de Nicolás López, cineasta acusado de reiterados abusos en contra de varias modelos y actrices. Veo un reportaje realizado por Canal 13, donde se habla de la astuta jugada del acusado, quien realizó un video con pruebas presentadas ante la fiscalía poniendo al “descubierto” a una de las mujeres que declaró en su contra (se supone que hará lo mismo con cada una de las mujeres que lo acusó). En el video, María “Tutú” Vidaurre, quien en su declaración hablaba de los engaños y los abusos del cineasta, era presentada como alguien cercana al Director y que, además, consentía los encuentros en pos de conseguir algún papel en una de sus malas películas. La situación me pareció bastante penosa. Escuchar audios de sus conversaciones por whatsapp me dio vergüenza ajena. Todos hemos sido “jotes” (como López señala en una de sus primeras defensas) y puede que ridículamente torpes a la hora de intentar seducir a alguien. Pero lo que hace este tipo, hoy por hoy, no sabría cómo calificarlo. Incluso he llegado a pensar, después de ver y leer los reportajes, que todo este show en torno a la desagradable figura del hombre que le ofreció “trabajo de nana” a Roxana Miranda, se pueda tratar de una campaña publicitaria para su próxima película (donde iba a abordar, descaradamente, el tema de la violencia contra la mujer, al estilo #metoo) y que al final todas las acusaciones, juicios y prensa han sido un montaje para ver las reacciones de la gente en torno al tema. Pienso en esta ridícula idea porque leer los comentarios que se han escrito para referirse a favor de López y en contra de Vidaurre, ha sido lo más absurdo y triste de esta mañana. Y peor aún, es que siento que la forma en que los medios de comunicación abordan este tipo de situaciones solo tiende a banalizar un tema que es de suma urgencia poder enfrentar. Para colmo, en Argentina, Lucía (violada y asesinada) no tendrá justicia, mientras que una “piba” de 17 años que mató a su pololo es condenada a perpetua como si nada.
Llego, junto a Ariel (Profesional Servicio País), un poco tarde a la primera jornada de capacitación. La mayoría de las y los asistentes son conocidos(as). La primera intervención consiste en decir nuestros nombres y hablar sobre mujeres que son y/o han sido importantes en nuestra vida. Después de escuchar a Daniela (Profesional Servicio País) y a Marylita (Apoderada del Grupo Novo Generis) me quedo con una sensación de pesadumbre. Tengo claro a quienes voy a nombrar y por qué, pero la situación me genera nerviosismo (De cierta manera, realizar esta Residencia ha interferido directamente en un aspecto muy personal de mi vida. Es difícil que pueda explicar aquello y, por ahora, no viene al caso mencionar detalles al respecto).
Jessica y Rosa, mi madre y mi abuela, son las primeras mujeres que menciono. Fueron las primeras que me amaron y a las que más he visto sufrir. No necesito atender en los tipos de violencia que existen, pero sé perfectamente que ellas las han sufrido todas. Desde niño siempre sentí que estuve al medio de ambas y siempre quise que estuvieran unidas. Hoy me conformo con que puedan respetarse y entenderse, quizá como mujeres más que como madre e hija. Después nombro a Aurora, mi compañera (entre idas y venidas) por casi 12 años. La menciono porque, de cierta manera, hemos vivido un sinfín de aprendizajes mutuos y porque he tratado de ser mejor hombre y persona gracias a ella. Continúo con Gladys, mi madrina, y Eufemia, mi bisabuela fallecida, ambas importantes en distintos momentos de mi vida. Y cierro con Achly (mi prima pequeña), porque a pesar de la difícil vida que le he tocado, a sus cortos 7 años, todavía sonríe y mantiene su niñez intacta.
El ejercicio fue complejo, pero también muy necesario. Si bien, antes de mencionar a cada una de estas mujeres ya tenía claro que ninguna se escapaba de algún suceso de violencia, cuesta asumir la realidad y darte cuenta de que padres, abuelos y parejas han sido los responsables de aquello.
La siguiente intervención es más amena. Se trata de identificarse con importantes mujeres en la historia. Destaco a Amanda Labarca, Eloisa Díaz, Ester Soré y Bélgica Castro. Pero menciono de manera especial a las dos mujeres (de las que podíamos elegir en la actividad) que más admiro y que son las que dan título a esta entrada. Gabriela Mistral y Violeta Parra. La primera por ser poetisa, educadora, consciente, perseguida (a causa de su homosexualidad, tema que siempre fue tabú a la hora de referirse a nuestra Premio Nobel) y porque uno de sus libros fundamentales (Desolación) fue escrito en medio de un paisaje tan lejano como conmovedor allá en los confines del mundo donde “El viento hace a mi casa su ronda de sollozos/y de alarido, y quiebra como un cristal, mi grito./Y en la llanura blanca, de horizonte infinito,/miro morir intensos ocasos dolorosos”, y la segunda porque, ante todo, eligió ser mujer y Violeta, y porque “le cantaba al amor y a la diferencia”. Y aquello, en nuestra sociedad, siempre ha pesado.
Los días siguientes nos capacitan acerca de las leyes y a qué servicios acudir en caso de Violencia. También hablamos acerca del rol de la mujer, cuáles son los estereotipos que la sociedad le atribuye y una Ordenanza Municipal sobre el Acoso Callejero que se va a oficializar, prontamente, en Caldera. Erika y Victoria fueron nuestras tutoras y la mayoría de los asistentes a las tres jornadas fueron mujeres de entre 17 y 50 años, y pese a que tuve dudas acerca de si sería pertinente, de mi parte, participar en la capacitación, asistí a las tres jornadas. Para cerrar esta entrada y, además, señalar lo positivo que fue asistir a estas charlas, me gustaría poner acento en la presencia de tres muchachos (entre 16 y 17 años) representantes de la Brigada Harvey Milk (Agrupación por la Diversidad Sexual). Los menciono porque ya han participado en otras actividades y nos hemos topado con ellos en diferente instancias. Y, con Aurora, creemos que sería un lujo poder colaborar con ellos durante esta Residencia. Terminamos la jornada de Capacitación lanzando ideas para la realización de una posible Intervención pública con foco en la Violencia de Género.
Camino, de regreso a casa, pensando en los tipos de violencia y en el delgado hilo que nos une y separa, como hombres, a ella. Pienso en la (in)justicia y en los dobles discursos. En las palabras que digo de más y en lo que siempre callo. Pienso en mi padre muerto, a veces con tristeza. Y cada reflexión es una palada de tierra. Quisiera que no fuera así, pero no se puede cambiar el pasado. Entonces imagino a un niño, con apenas 12 años, tratando de calmar una pelea de sus padres. Y temo verme yo, en el futuro reflejado.