El lunes nos comenzamos a organizar para el hito culinario de la semana, esta vez al azar había sido escogida la receta de lasaña de Camila, parvularia del jardín al que asisten siete niños de la localidad, ella se ofreció a donar la carne, dijo que la lasaña debía tener carne fresca, y como su mamá trabaja en la estancia, no le fue difícil conseguirla.
Al equipo se sumó Abraham de Servicio País, quien se ofreció a hacer una leche asada para el postre, ese día llegó su mamá del norte (así nos dijo él, queriendo decir que su mamá venía de Constitución) por lo que no pudo ir al encuentro que planeamos para armar las invitaciones. Entonces, junto al resto de la comisión: Naty, Naya y Gloria, la primera trabajadora del PMU, y las dos últimas miembros de la directiva de la junta de vecinos, dimos inicio al trabajo en la casa taller, tomando tereré.
Antes ya les habíamos comentado la dinámica de crear un collage para las invitaciones, se animaron desde un principio y se dispusieron a hojear las revistas, cortar e imaginar cómo debía ser esta vez la invitación. El humor es muy importante, desde ahí activamos formulas nuevas para relacionarnos, y por primera vez fluyó para que ellas hicieran el collage completo. Sin dar espacio para los errores, puesto que todas estas iniciativas están enfocadas al hacer en conjunto, dándole tantas posibilidades como existencias hay.
Mientras trabajábamos nos dijeron que pensaban que debíamos comenzar ese día la actividad con una mateada y así pedirle a los asistentes que lleven su mate y lleguen media hora antes para armar un encuentro previo a la comida, donde puedan soltarse un poco. Al ritmo del batir de las lenguas se creó el collage y por nuestra parte nos encargamos de reproducirlos.
Terminada la jornada manual y escogido el llamamiento: “Hay que darle fe, todo va mejor”, compartimos una once, vamos involucrándonos en acciones que requieren del trabajo en equipo y así nació la idea de jugar el día de la comida, todes pensamos que los cuerpos deben aflojar y si bien hemos ido paso a pasito, ahora queríamos dar un paso más grande.
El teléfono resultó ser el juego elegido para la ocasión, no tiene límite de personas ni de edad, todos podíamos ser parte para echar a correr la voz y transmitir un mensaje.
Llegó el día jueves, nos reunimos a las dos de la tarde en la sede de la junta de vecinos, las chicas del PMU se habían quedado de corrido y Camila se vino apenas terminó la jornada en el Jardín, por lo que ni una había almorzado, por suerte nosotros pensamos que eso podía pasar y llevamos una gran ensalada para compartir. Apenas terminamos de comer pusimos manos a la comida y los preparativos, a medida que se ocasionan y suceden los hitos culinarios, nos vamos dando cuenta que los equipos son fundamentales, las tareas hechas por varios siempre son más livianas y el ambiente que se arma es agradable, de confianza y deshago, por algo tantas de nuestras abuelas daban espacio en la cocina para cuchichear y para sincerarse. Un espacio estrecho entre lo cotidiano social y lo personal donde cada cual se expresa e intercambia experiencias y formas de hacer, pensar y vivir.
A las seis de la tarde ya teníamos todo listo para recibir a las casi treinta personas, entre niños, adultos y ancianos que esperábamos. Comenzaron a llegar a eso de las seis y media, cada uno con su mate preparado a su manera. Nos instalamos afuera de la sede, mates iban, mates venían, mientras nos poníamos al día.
Con las lasañas en el horno y casi todos reunidos, les propusimos a los vecinos jugar al teléfono, todos estuvieron de acuerdo aunque no eufóricos, lo importante es que en estas instancias uno comienza a involucrarse y vamos motivando para que el cuerpo tenga también un espacio activo.
La que comenzó el juego fue Guadalupe, hija de Pascuala y madre de Nicole y Fabián. Empezó a correr el mensaje entre los presentes, rápidamente la dinámica motivó a los vecinos y entraron de lleno en el juego. La primera frase que corrió fue “Qué bueno estar juntos, que bueno reunirnos”, entre risas logramos que el mensaje llegara aunque algo cambiado, pero con la misma intención. Cambio de lugar, a grito limpio Gabi propuso y todos buscamos una nueva posición donde las personas de los lados fueran otras, fue el turno de don Tito quien propuso el dicho “Hoy día estamos bien, mañana mejor”, aquí el mensaje se tergiversó entre más risas, estábamos disfrutando del accionar juntos. Cambio de lugar!!! Y para terminar fue el turno de Gloria, mandó un mensaje claro y conciso “La lasaña está lista”, frente al llamado todos nos dimos por aludidos y entramos a disfrutar de la comida, más sueltos y menos callados.
Como es de costumbre presentamos la receta y a todos los que habían estado involucrados, además dimos la palabra a Gloria quien adelantó la actividad que haríamos una vez termináramos de comer.
Esta vez no quedo nada!!! Todos comimos hasta el último pedazo de lasaña, y la leche asada dejó las bocas dulces para lo que venía.
Como hemos estado involucrándonos con la junta de vecinos, comprendimos que una de las acciones que más requiere de trabajo colaborativo y en comunidad es la organización del festival costumbrista de la localidad, que solo se ha hecho una vez.
Gloria nos contó que ya vienen planeando esta iniciativa, pero que les ha costado organizar puesto que es difícil que a las reuniones de la junta de vecinos asistan más de veinte personas.
Como éramos un número importante, consideramos necesario que este espacio de sobremesa fuera para que pensáramos y trabajáramos una lluvia de ideas sobre las actividades que deben estar presente en la fiesta, y además hablamos sobre la importancia de celebrarse como comunidad, al mismo tiempo dar a conocer a distintas localidades cercanas que en Ñirehuao, se festeja y se conmemora la vida que aquí se lleva. No fue difícil que todos entraran en la dinámica, Sebastián estaba a cargo de anotar en una cartulina las acciones que se querían llevar a cabo. Se acordó que la festividad duraría tres días y que para que se realice es necesario armar comisiones de trabajo y comprometerse.
Un campeonato de baby mixto (muchas mujeres juegan a la pelota aquí), jugar a tirar la cuerda, hacer carreras de saco, carrera a la chilena, un campeonato de truco, el palo encebado, concurso de tabla y de hachero, demostración de perros ovejeros y ordeñar vacas, fueron las actividades que se eligieron para la celebración. Durante el encuentro el diálogo fluyó, aunque a veces, hemos observado, se tiende a frenar la idea del otro y aquí se producen quiebres. Comenzamos a ser mediadores, desde afuera vemos que todos tienen algo que aportar y quieren hacerlo, esta vez podemos desviar los frenos y dar paso a las oportunidades. Todo se negocia, vamos dando espacio esencial a la conversación, las diferencias son las que nos mueven, aprender de cómo lo hace el otro y cómo puedo hacerlo con el otro, hay que darle fe, todo va mejor.