Nos enteramos que habrá una reunión para el adulto mayor organizado por la municipalidad de Visviri así que decidimos ir a conocer e invitar a algunas personas interesadas a nuestra residencia. Esta actividad se realizará en un salón que se ocupa para actividades y reuniones en medio de la plaza de Visviri. Ibamos directo a este salón pero vimos que habían muchas personas fuera esperando entrar, entonces nos quedamos conversando con algunas de ellas explicando e invitándolas a esta residencia, cuando ya fue la hora de entrar a esta reunión, para que las personas se enteraran, decidimos instalarnos con una mesa y un cartel, donde escribimos “Residencia de arte colaborativo”, quisimos aprovechar la instancia mientras aún no llegaba el alcalde, muchas personas adultas mayores en su mayoría se acercaron a nuestra mesa para conocer un poco más del proyecto de arte colaborativo, había mucho interés en participar y en mostrarnos parte de sus costumbres ancestrales, sin embargo nos dimos cuenta que la gran mayoría pertenecen a estancias como Humapalca, Cosapilla, Tacora, Chujlluta, Chislluma, todas alejadas a varios kilómetros de Visviri lo cual nos supuso un desafío que no teníamos contemplado; la movilización, por esta razón comenzamos a ver distintas alternativas como bicicletas, sin embargo la dificultad por el exceso de calor, la lejanía, el estado de los caminos rurales nos hacen descartar esta posibilidad, el transporte hacia estos sectores es muy escaso pero de igual manera nos comprometimos con las personas a llegar de una u otra forma a sus estancias. A grandes rasgos en esta reunión se abordaron temas importantes como lo es el agua y el cuidado del ganado aquí la mayoría de la población se dedica al cuidado de camélidos y por esta razón el agua es primordial para la supervivencia de sus animales y por ende de la vida y tradición milenaria que vive y resiste aquí en la altura. Terminada la reunión hemos salido a contemplar el paisaje para entender aún más el contexto en el que nos encontramos, viendo la lejanía de las montañas hemos podido percatarnos del tremendo esfuerzo que hacen las y los pastores para sobrevivir en estos sectores, de caminar decenas de kilómetros apuntalados en sus bastones para cuidar sus animales y para comprar sus víveres estando muchos de ellos en edad avanzada, esto nos da a entender que casi son los últimos pastores aymaras de esta zona, ya que la mayoría de los jóvenes no se interesa por esta forma de vida y opta por ir a la ciudad, la verdad es que sentimos profunda admiración por este grupo humano con orígenes milenarios, por hacer preservar este modo de vida en un clima tan extremo, donde ahora el sol quema, ya no crece el pasto como antes, el agua escasea y el viento sopla muy fuerte cada tarde, así y todo las y los pastores salen a cuidar a sus llamos y alpacos casi como si fueran sus hijos.