BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Álbum Creativo de Huiro: Cartografía y Poemario Visual Corral - Huiro, Los Ríos - 2019 Residente: Angélica Elizabeth Saiz González
Publicado: 11 de enero de 2020
ROGATIVAS DE LUNA LLENA

Desde hace semanas, planeábamos la noche de luna llena. Hace años, en otros campos del sur de Chile, ya sabíamos de la importancia de tener un canelo en casa. El canelo, árbol sagrado de los Mapuches, es tomado como elemento natural de vida capaz de una conexión mayor; una conexión en la que lo que aqueja, lo que se espera y las preocupaciones a diversos problemas pueden ser abiertamente compartidos con esa energía santa, y ese poder de sanación y solución. Junto a Bárbara González y parte del grupo de participantes del proyecto, planeamos una noche de caminata, fotografía, poesía y rogativas. En Huiro, las tradiciones huilliches no existen, y ya nadie -a pesar de que en cada terreno hay algún canelo- realiza este tipo de petitorios de luna llena. Como en años anteriores ya nos habíamos acostumbrado a esto, lo compartimos e invitamos a todos. La experiencia, aunque nueva y algo chistosa para varios, resultó increíblemente reveladora; una suerte de re-encuentro lejos de la pantalla plana y la ansiedad de consumo con lo que sentimos dentro y la comunión de compartir ese sentir.

Desde la casa, jugamos a la construcción de una poesía colectiva. A ciegas, el papel simple que usamos va pasando de uno a otro antes de salir a caminar en búsqueda de imágenes de luna llena. Ya en la oscuridad, todos tomamos un pedacito pequeño de papel que usamos para escribir nuestras peticiones, después enterradas microscópicamente bajo el canelo. La caminata empezó ahí, con abrazos y agradecimientos al árbol desde ya, con esa fe algo estropeada por las injusticias sociales, los prejuicios generacionales y la desilusión de un sistema socialmente equivocado hoy en crisis.

A luz de luna, los perros ladran, los lobos aúllan. Poesía, caminata e imagen común nos une: “Desde lejos no se sabe lo que es. No sé que me produce que me da risa. El canto de los animales acaricia el mar; escuchar, sentir, resistir y vivir. Seres, tranquilidad emocional. La cascada baja lentamente, y el agua lleva su tono junto a la pasada del sol, me recuerda a los antiguos pescadores, al movimiento que no se detiene. Su sonido ilumina su reflejo y acompaña como la palabra suavidad. Relajación. Paz. Libertad”.

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