BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Álbum Creativo de Huiro: Cartografía y Poemario Visual Corral - Huiro, Los Ríos - 2019 Residente: Angélica Elizabeth Saiz González
Publicado: 26 de diciembre de 2019
RUIDO ESTERO

Entre la compleja Navidad de estos días y los incendios en Valparaíso, continuamos entre conversaciones y exploraciones dentro del paisaje de Huiro. Pasan los días de bulladas compras y tránsito rápido en la ciudad, ajetreos estresantes y contradicciones sociales. Los pasos que fundamos en los caminos ripiados de Huiro, conducen al encuentro difícil de lo que la comunidad contiene, una tranquilidad que se mantiene incluso en las festividades. Los días semi soleados, semi chubasqueados de esta semana, ayudan en la idea de transformar la tarde en una deriva.

Bárbara y la grabadora de audio, Paty y la cámara que ya siente familiar, y otros con celulares; paseo y observación de la naturaleza como un ejercicio más constante y que de alguna forma ha sido parte del habitar de todos en Huiro. El pangue –o la nalca si es que se trata de una zona específica, o en confusión- lo cosechamos en un par de hojas libremente hace unos días, y aunque nos dicen -viendo tanto en la ruta- que ya esta agrió y el tiempo se pasó, no hemos dejado de intentar en un par de ensaladas igual. Se extraña el curanto y el pangue encima, pero con esas ganas, pensamos ya en otras cosas que preparar con lo que sí es más común aquí.

Hablar de productos del mar, hablar de costumbres gastronómicas perdidas, hablar de cómo suena este estero, hablar de sonido, hablar de paisaje natural-visual-sonoro-cotidiano. El viento eterno de Huiro, el agua como el fondo constante casi imperceptible después de un tiempo en la escucha diaria, el carpintero, las golondrinas, el tiuque, los gaviotines y los jotes; entre tantos, el Chascón -perrito de Paty y Niche- que nunca se le recuerda el nombre, porque cuando llegamos venía con la vecina y eran tres, dos iguales y la madre mas oscurita, y para no hablarles a cada uno les llamamos a todos juntos “los chascones”, y ahora en esa complicidad natural y divertida de vecindad, todos les llaman así.

Grabamos sonidos, aplanamos más la tierra de Huiro, y convergemos en ideas que comienzan a formarse en torno a la imagen fotográfica que el grupo dibuja de su propio territorio, mucho más allá de los ruidos, de los esteros y de la mezcla de universo que Huiro muestra audiovisualmente tras los días.

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