La escuela pa´ la calle ya está en marcha, arrancamos junto con Alison y Abraham de Servicio País.
La propuesta de armar un pasacalle con los niñes, para accionar los días previos al festival costumbrista, nació en los encuentros que tuvimos en la Escuela Valle de la Luna y ahora lo estamos concretando, no con todos los niños, algunos ya se fueron al campo pero han llegado otros. Consideramos importante que exista, fuera de la escuela tradicional un espacio para que los niñes de la villa puedan participar de jornadas de trabajo colectivo, descubriendo y experimentando como el cuerpo desde la expresión corporal, crea y se relaciona desde otro lugar. Más libre y sin prejuicios. Hay confianza y cariño, y eso se nota.
Esta primera semana estuvo enfocada en la investigación de la flora y la fauna con la que conviven en Ñirehuao, nos interesa que elles nos cuenten sobre lo que saben acerca de estas y como se relacionan con ellas. Saben mucho más que nosotros del lugar, y vamos aprendiendo de ellos.
En el primer encuentro nos dedicamos a observar imágenes, también videos y luego cada uno los representaba mientras todes observábamos y acompañábamos. Ya nos conocemos y los nuevos han sabido entrar en la dinámica. Entre esos, Martín y Milán, uno de Santiago y otro de Coyhaique. Ha sido interesante ver el cruce cultural que puede existir entre ellos, pero a pesar de las diferencias la integración fue notable, nos demuestran que para jugar todes son bienvenides.
En nuestro segundo encuentro realizamos un ritual, cada niñe se comprometió a perder su vergüenza frente a un árbol que recién está creciendo en la plaza, escribían su compromiso en un papel que al colgarlo en el árbol decía:
“Me comprometo a perder mi vergüenza”
Este ritual ya lo habíamos hecho con los niñes de la escuela, pero era necesario incluir a los que se sumaron a la pandilla y así reafirmar el compromiso de que en nuestra escuela pa´ la calle no hay lugar para los miedos, y que cada cual puede desenvolverse a su manera, comprendiendo las diferencias y haciendo que estas sumen al colectivo.
De regreso al espacio que usamos esa mañana, la sede de la junta de vecinos, echamos a andar nuestra imaginación, les pedimos que retrataran en una cartulina como visualizan a Ñirehuao y alrededores, que incluyeran la flora, sus animales, los lugares más representativos, sus casas y todo lo que quisieran derrochar de sus impresiones.
Es encantador ver cómo trabajan en grupo, cómo charlan y cuentan sus historias, sus debates y la creatividad que emerge con propuestas tan simples como las que les planteamos. Dibujar el viento con un tenedor, hacer un río de greda, armar caminos nuevos e imaginar que la realidad es y puede ser otra según cada cual.
El martes por la tarde comenzamos a bailar con las chicas de la villa, no pudimos coincidir el horario de la mañana, pues todas trabajan en el PMU, y la encargada del grupo no permitió incluir el taller dentro de la jornada, nos parecía buena idea que arrancaran entrenando el cuerpo y pre disponiéndose a labores corporales desde otro lugar. Esto no se pudo pero aun así le dimos el vamos con menos gente de la que esperábamos, pero con una motivación gigante, fuimos alrededor de 9 en total y comenzamos a mover la cuerpa desde el baile, para empezar. Esto a pedido de ellas, querían bailar y nosotros queremos hacerlas conscientes de los movimientos y de sus cuerpos para encarar el proceso, atendiendo aquello que por naturalizar olvidamos.
Finalizamos con una ronda, como es de costumbre en nuestras actividades, este espacio nos parece de mucho valor, es aquí donde bajamos toda la información, sus impresiones y sensaciones. Esta vez nos comentaron que les encantó la instancia y que les motiva mucho seguir. Terminamos compartiendo-les la siguiente frase:
“El cuerpo que entiende que no todo depende de su voluntad, el cuerpo que se deja mover por la fuerza de la gravedad, es un cuerpo entregado al movimiento.
Bailar es, en definitiva,
dejarse caer, es la combinación
de estas dos ideas (<<dejarse>> y <<caer>>).
En medio de la caída está la danza.”
Lucas Condro.