Le comenté a Sebastián Zúñiga acerca de las bitácoras de Residencia, y si acaso se animaba a escribir alguna entrada contándonos acerca de los ciclos de cine que se han estado llevando en su casa (Kame-House). Me respondió que su redacción no era muy buena (que por eso no se juntaba con poetas), pero yo le insistí arguyendo que fue un momento muy gratificante el que se llevó a cabo en el “visionado” de la película argentina “Hombre mirando el sudeste”, y que me encantaría que un miembro de la comunidad pudiese reflexionar en torno a ello.
Sus palabras fueron las siguientes:
“En esta versión del ciclo de cine en Kame House pudimos deleitarnos con la película «Hombre mirando al Sudeste», una película argentina del año 1986 del Director Eliseo Subiela, que fue descrita por los dos cineastas que nos acompañan en la jornada, como una joya del Cine Latinoamericano.
La película transcurre en un psiquiátrico al que llega un nuevo paciente, indicando que viene de otro planeta y que viene a estudiar, entre otras cosas, la estupidez humana. Rantés, el personaje principal de la película y quien dice ser un mensajero, tiene comportamientos singulares, como ayudar a los más desvalidos, bogar por justicia y quedarse quieto (en un afán de comunicación y transmisión de información acerca de los humanos) mirando fijo hacia el sudeste. Además, tiene una fuerte y extraña influencia sobre los otros enfermos mentales del psiquiátrico, situación que pone en jaque al Doctor Julio, quien pese a considerarlo un timador y “chalado”, termina acercándose a él y comprendiendo las razones de su comportamiento, poniendo en duda si acaso se trata realmente de un loco o un mensajero.
Luego de ver esta película se produjo un profundo diálogo sobre la salud mental en Chile, donde se expusieron diferentes puntos de vista y se dieron a conocer algunas experiencias personales respecto al tema”.
“Espero te sirva”, agregó mi tocayo en el correo en el que me envió sus impresiones acerca de la película. Recojo lo de “profundo diálogo”, pues en los meses que llevamos residiendo en Caldera, siento que el diálogo de aquella noche ha sido uno de los más honestos que hemos tenido con los miembros (amigos) de la comunidad. Los detalles no los puedo exponer, porque se trataron experiencias muy personales de cada uno. Pero profundizamos en el suicidio, ese tema tan tabú en nuestra sociedad, y en el sentirse fuera de lugar, tan lejos, todos con la mirada perdida hacia el Sudeste.