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Residencia: Al Des-borde del Camino Huara, Tarapacá - 2019 Residente: Colectivo Pacto
Publicado: 12 de enero de 2020
Pisagua: Una anciana de borde-mar – Parte I

Al día siguiente de nuestra caminata de Luna llena, nos despertamos. Un mensaje en el celular nos señala que Mario está un poco atrasado, así que nos tomamos la mañana con calma, aunque nuestro corazón estaba inquieto porque llegaríamos a Pisagua: caleta de pescadores que es la localidad costera de la comuna de Huara. Nos habían dicho que era importante que conociéramos ese lugar, pues ahí llegaban los trenes con el salitre extraído en las oficinas para ser llevado a lugares tan lejanos como Yokohama, Japón. Es indivisible la Historia del pueblo de Huara y sus oficinas salitreras con esta caleta de pescadores.

 

Sabíamos de su Historia, de que pertenecía a Perú al igual que todo este lugar antes de la Guerra del Pacífico, de su opulencia en el auge del Salitre, que fue el principal Puerto de la Región, que fue testigo de la matanza de la Coruña y Marussia a manos del Presidente Arturo Alessandri Palma “El León de Tarapacá”… Sabíamos que fue campo de concentración, tortura y desaparición del gobierno de Gabriel González Videla después de promulgada la llamada “Ley Maldita” que perseguía a comunistas, anarquistas y homosexuales. Carlos Ibáñez del Campo continuó con la persecución al igual que Pinochet y su dictadura Cívico-Militar. Sabíamos, sobre todo, de las cerca de 2.500 personas que pasaron por este campo de concentración, de la fosa que contuvo 29 cuerpos encontrada en el cementerio del puerto, la que hizo innegable las sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos por parte del Estado.

 

Después de arreglar una rueda en la vulcanización de Huara partimos el viaje. Pasamos por la Reserva de Tamarugales que, en la pampa, resisten despeinados. El paisaje nos regala colores inolvidables; caminos culebreros nos hacen ver quebradas interminables, cerros imponentes y geoglifos atávicos… Tintes pampinos se abren y nos muestran el mar y, entre mareos y brisa, aparece la pequeña caleta. El corazón se aprieta mientras el Farol de Pisagua nos saluda y, con él, la panorámica del lugar se abre para nosotrxs. Mario nos cuenta de la gran cantidad de monumentos nacionales que se concentran aquí: el Teatro, la Cárcel, el Hospital, la Cancha, la Estación de Trenes y la fosa común del antiguo Cementerio.

 

Después de comer los frutos de la costa que nos prepara la Señora Mónica, nos espera Luis Maturana, quien nos abre las heridas de esta caleta. A través de su relato, descubrimos que Pisagua es una anciana costera de cabellos desgastados y piel quebrada quien, en algún pasado de esplendor, fue la niña/princesa de borde-mar nacida para triunfar y a la que la Historia le truncó la vida.

 

Sus rodillas rasmilladas demasiado pronto se convirtieron en un cuerpo lacerado que nunca sanó completamente. ¿Cómo transmutar sus dolores? ¿Cómo darle sentido al ensañamiento del tiempo, la geología y “el frío de los gobiernos”?¿Cómo ser digno de escuchar las memorias que esta vieja adolorida tiene para nosotrxs?…

 

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