A veces, sólo basta encontrarse para conformar una obra de arte. O es que la excusa del encuentro también radica en lo artístico.
No sabemos cuál es la respuesta o cómo resolvemos para crear espacios de encuentro que nos permitan la cohesión social, sino que sólo tenemos la seguridad que el llamamiento hará su trabajo, y con ello, la contestación positiva o negativa.
Entonces, nos quedamos con la fuerza de la convocatoria como un requerimiento fundamental para hacernos presentes con nuestras invitaciones de acción cultural (Honesto, directo, presente)
Una vez concurridas las citas locales, tanto en San José de Los Choros como en El Llano de Los Choros, mujeres, niños y niñas tuvieron la curiosidad y la energía suficiente para integrar los espacios propuestos. Por un lado, creamos junto a niños y niñas una pandilla de arte nombrada Chululo (topo negro ciego que vive en las subterras del pueblo). El Chululo se presenta como un animal roedor, representante de la exploración y la curiosidad, el cual se nos hace necesario conocer, rescatar, valorar y proteger. Finalmente, difundir y reivindicar la fauna local.
Ya conformada la pandilla, durante la semana nos dedicamos a cimentar las bases del grupo, orientando ideas y ejes de acción, los cuales están directamente relacionados con el arte rupestre y los geoglifos. Entonces, con una (guiada) espontaneidad fuimos armando y desarmando dibujos en el paisaje, hitos territoriales y conceptos visuales que nos han de permitir abordar de mejor manera nuestro glosario de signos y símbolos. No obstante, es importante, aparte del proceso creativo, destacar el nivel de entusiasmo y de efecto amistoso que brota entre lxs niñxs. Pues rápidamente los afectos se nutrían a fin de un trabajo colectivo.
Al mismo tiempo, íbamos moldeando el club Bordear. Un grupo enfocado en el trabajo textil relacional a la flora del territorio. Una tropa de mujeres de todas edades, grandes y pequeñas, todas reunidas con la intención de compartir. Una comunidad de mujeres sintonizadas sin conocerse profundamente, donde se desborda la risa a cada tiempo y el error es parte concreta de los ejercicios plásticos.
Hasta ahora, buscamos los bordes de este lugar, con historias, relatos y alegorías. Tradiciones que nos lleven a zurcir los lazos rotos, tanto de las relaciones sociales como también de las capas históricas de esta zona. Algo que nos lleve a elaborar recetas en conjunto, o a inventar aventuras con recursos propios de esta región.
Todas estas son señales de comunión, gestas de los caracteres del pueblo, e impresiones de la motivación por hacer y disfrutar del ocio que contiene este ambiente.
Vamos circulando por una etapa de mapeo (o diagnóstico), conociéndonos a través del encuentro, las constantes llamadas y la presencia de muchas personas animadas por estar en el lugar de los hechos. Muchas peras, brevas, aceitunas, preguntas, charlas y saludos nos demuestran la ecología de este sistema y con esto, las reciprocidades que existen a la hora de manifestar cariños y gratitudes.