BitácoraResidencias de arte colaborativo

Residencia: Rebalses Los Choros - La Higuera, Coquimbo - 2018 Residente: Colectivo Caput
Publicado: 18 de febrero de 2019
Casas embrujadas y la llegada a la antena (ese lugar más alto es el lugar de enfrente: búsqueda de la zona de señales o teletransportación)

Las permanentes invitaciones de Darco (un integrante de la Pandilla Chululo) para  visitar casas vacías del pueblo, nos llamó la atención a mí (Loreto) y a Ma. José, una nueva amiga mapuche que nos hicimos en el pueblo, proveniente de Vichuquén. Ma. José nos colaboró un tiempo en varias actividades, y por sobre todo, en el apañe y empuje que cada día necesitamos a la hora de dialogar el proyecto.

Hicimos caso de los convites de parte de la pandilla y visitamos algunas casas… de abandonadas no tenían nada. Todas bien compuestas, pero poco cerradas. Evidentemente a lxs niñxs les llamaba la atención porque querían construir una historia alrededor de esta actividad, y la entretención de ello era contagiar al resto de la pandilla de la presencia de seres extraños en estas casas deshabitadas. Querían sin duda, contar historias de casas embrujadas. Así que durante toda la mañana nos dedicamos a inventar con cierta certeza y misterio, muchas historias con y sin sentido. Nos divertimos y seguimos rutas que sin pensarlas nos llevaron hasta uno de los lugares más deseados para nosotrxs. La famosa antena del pueblo. Esa zona alta que podemos ver desde nuestra casa, y que también pudimos divisar muy orgullosxs desde el bote en Punta de Choros.

Mientras nos creíamos a ratos las historias de terror que entre todxs íbamos acrecentando, fuimos una vez más bordeando el pueblo entre medio de los tantos huertos. Fácilmente rescatamos duraznos, membrillos y algunas otras frutas para capear el hambre y el calor. Corrimos, saltamos alambres que hacían de rejas y fuimos descubriendo e inventando vestigios changos que íbamos encontrando en el camino, como flechas y otros elementos de resistencia que aún provocan el asombro.

Finalmente, llegamos a la cima. Ese lugar de enfrente. Esa zona de señales que le permite al pueblo estar y sentirse conectado con el mundo, ese lugar inventado por alguien para lograr tantas comunicaciones, pero que desde este momento hemos reinventado o resignificado como un lugar único para nosotrxs: una zona de tele-transportación.

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