Luego de la intensidad de los días pasados, nos tomamos la mañana para reponer fuerzas. Héctor fue el primero en caer enfermo, con una gripe espantosa, pero eso no impidió que pudiésemos seguir ahogados de felicidad por los resultados del proyecto.
Como nos levantamos tarde hicimos un nutritivo brunch, para luego pasar a los trámites durante la tarde: editar fotos, comunicados de prensa, rendiciones, etc. Alrededor de las 6:00 PM procedimos a comenzar nuestra peregrinación hacia el desierto, con las estructuras montadas sobre los hombros. El viento nos ayudaba a dar un paso hacia nuestro destino, no sin antes restarnos dos, pero nada impidió que culminásemos nuestra visión de la estructura llenas de colores, con el desierto árido y el cielo azul en el fondo. Nos quedamos todo lo que pudimos, hasta que se fue el sol. Luego retiramos las banderas de las estructuras, el que fue un proceso simbólico que representaba el final de nuestra residencia en Matilla.
Por la noche, producto del frío del desierto cayeron en gripe Sebastián y Fernanda, pero esto no impidió tampoco que fuésemos a disfrutar de una merecida cena a Pica. Más tarde, regresamos caminando por el desierto a la luz de las estrellas, con el estómago lleno y el corazón contento.
Juan Durán