Un letrero de Bienvenida
A pesar de que parece tener un fin más expositivo que nada, la comunidad colhuina apostó por incluir en el “proyecto colaborativo”, un letrero de “Bienvenida a la localidad”, con el objetivo de que, a todo aquel que pase por la carretera, no le queden dudas de que, hacia el interior de una calle larga con vista hacia los cerros, existe un lugar llamado Colhue.
Lo del adjetivo de “aguas cristalinas” es, quizá, lo más simbólico. Y rescata gran parte de la identidad que ha surgido durante la realización de este proyecto. La que tiene que ver con la “escasez hídrica” y una especie de nostalgia por el pasado. Y es que, antiguamente, en los cerros de la zona abundaban aguas de vertientes que alimentaban a las enormes pataguas que crecían en las orillas de los esteros. Hoy en día, aquello no es más que un recuerdo.
Para la construcción del letrero, se decidió tallar un tronco de madera de ciprés que conseguimos en un sector de Peralillo. Y junto a Nacho, Claudia, Kathy (la cuñada de Claudia) y Maribel (vecina, participante y colaboradora del proyecto) asumimos la misión de realizarlo. La idea es no tener que reunirnos tanto. Y para instancias como estas, estamos siendo sumamente cuidadosos y conscientes de las medidas higiénicas y de distanciamiento social que hay que tomar para evitar la propagación del Covid-19.
*Me gustaría aclarar, como una forma de poner en contexto la forma de trabajo que estamos llevando a cabo, que las personas que aparecen en la foto (incluidos nosotrxs, Aurora y yo), desde hace un mes, no hemos salido de la zona ni hemos tenido contacto con personas de otros sectores o localidades. Que fue el principal compromiso que asumimos cuando decidimos seguir adelante con el proyecto –cuidarse por, sobre todo. Y para entender el contexto en el que nos encontramos en esta zona y el por qué la propia gente de la comunidad quiso seguir realizando el proyecto, señalo que: Claudia, Kathy, Benja y Bruno viven en el mismo hogar; Maribel y su hijo Bastián son sus vecinxs (separados por un alambre) y Nacho vive a medio kilómetro de distancia y, para desplazarse, utiliza su vehículo personal.