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Residencia: Colhue, una nueva mirada Pumanque - Colhue, O'Higgins - 2019 Residente: Sebastián Andrés Vidal Campos
Publicado: 23 de enero de 2020
Colhue – Primera visita

Y la casa nueva

 

Ayer fuimos a Colhue a reunirnos con Claudia Piñeda, la Presidenta de la Junta de Vecinos del sector “viejo”. Nos bajamos en la carretera y caminamos un poco más de un kilómetro, por una calle larga, hasta llegar a la sede vecinal. A la izquierda del camino había casas con grandes patios y gallinas revoloteando, mientras que en otras había pequeños rebaños de ovejas. Y digo pequeño porque, luego de compartir en la Patagonia Magallánica con los puesteros (trabajadores de una estancia) encargados de cuidar y arrear a las ovejas, no creo que vuelva a ver piños tan grandes. A la derecha del camino, y en una cantidad considerable de hectáreas, hay una enorme viña con miles de parrones verde-vivos que, regados por goteo, producen uvas para la industria del vino. Es imposible no fijarse en los contrastes de un lugar y otro, tomando en cuenta la sequía que asola estos valles.

 

Ya en la sede, junto a Claudia, iniciamos la charla con la dirigenta. En el lugar no estábamos solos. Afuera de la sede había un grupo de personas que, con entusiasmo, pasaban el rastrillo, barrían y regaban cada rincón, preparando el sitio para un evento municipal que tendría lugar dos días después, en el que se presentarán algunos cantantes de la zona. Además, habrá venta de comidas para recaudar fondos para la junta de vecinos.

 

Claudia es profesora de una escuela de un sector rural de la comuna. Nos cuenta que este año trabajará con cuatro niñxs. También nos menciona que en la escuela de Colhue, al parecer, solo habrá un alumnx matriculado(a). Ello debido a que todos los niñxs son matriculados(a) en los colegios de localidades más desarrolladas, como Peralillo o Santa Cruz, asumiendo que allí recibirán una mejor educación. Nos comenta acerca de lo lamentable que es, para ella, esta situación. No solo porque cree que, en la comuna, las escuelas ya cuentan con la infraestructura adecuada, sino que también porque, al ser tan numerosos los cursos de las escuelas grandes, los niñxs no logran recibir la suficiente atención y dedicación de los profesores, quienes deben lidiar con el aprendizaje de más de 45 alumnxs por sala.

 

Al final de la reunión, Claudia se mostró bastante contenta y motivada con nuestra llegada. Así que aprovechamos el impulso y organizamos un encuentro con la comunidad para la semana siguiente. Ella nos había comentado que, dentro de la agrupación, hay varias personas que trabajan y desarrollan diferentes técnicas como el tejido, el telar, la pintura o la artesanía en cuero. Esta información nos ayuda para tener una idea de cómo abordar a las personas. Nos despedimos entusiasmados y optimistas de comenzar a trabajar con la comunidad. A esa hora, ya el calor estaba de retirada y un viento fresco comenzaba a levantarse. Mientras caminábamos de regreso a tomar la micro, observamos a los pajaritos que también parecían celebrar la retirada del sol.

 

Pd. Hoy en la mañana, antes de ir a Colhue, nos reunimos con Bárbara Mackenzie, quien nos llamó temprano para contarnos que tenía una casa que nos podría interesar. Fuimos a verla. La casa está ubicada en una de las calles principales de Pumanque, frente a la Municipalidad. Al llegar, nos percatamos que sólo son dos las casas situadas frente al edificio consistorial. Ambas son edificaciones antiguas, de corte colonial. Al verlas, le comenté al Seba: “te imaginas una de esas sea la casa”. En ese momento, Bárbara se asoma por el corredor de una de las casas, haciéndonos señas. A partir de ese momento, no pude disimular mi felicidad. Entramos a la bellísima casona y, junto a su compañera Rebecca, nos hacen un recorrido por el lugar. Nos cuentan que ellas viven allí y que nos arrendarían la casa a nosotros, si es que estábamos interesados. Así sin más. Nos habíamos visto sólo una vez y nos ofrece su casa full equipada. La verdad que nos tomó por sorpresa. El lugar es hermoso y la casa de adobe (quizá de las pocas que no cayó con el terremoto del 2010) fue completamente refaccionada y, además, se encuentra full equipada. Un espacio, por lo menos para mí, ideal para ser habitado. Allí podremos vivir tranquilos y cómodos. Así que no había mucho que pensar. Aceptamos “al tiro”, ambos muy felices de haber encontrado el espacio perfecto para vivir y trabajar durante el tiempo que vamos a estar en Pumanque. Quedamos en cambiarnos a la semana siguiente, para tener tiempo de contarle a la señora Rosita y para no perder tantos días del mes que ya teníamos cancelado. A Colhue nos fuimos felices, con la energía renovada y ansiosos con la idea de cambiarnos.

 

Por Aurora Rojas Briceño

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