Los frutos de Pumanque
Es mi primer fin de semana en Pumanque. El panorama para hoy, sábado, es una feria costumbrista donde estará nuestra amiga Katy, vendiendo sus preparaciones, entre ellas su especialidad: la tortilla española. Por la mañana aprovecho de salir a trotar, ya que el calor me despertó temprano. Estas han sido mis primeras salidas, en la vida, a trotar. Como ejercicio, siempre preferí la bicicleta, por lo que, es probable que mi técnica “running” sea la peor. Pero después de varios días, todavía no hay dolor y hacer deporte, como sea, me activa.
Antes de ir a la feria, trabajé un rato en el texto final de mi proyecto “Amalia Irma”. Llevo días tratando de finalizar el texto, pero estos últimos días/meses, desde el 18 de octubre, la concentración y la inspiración han estado bastante escasas.
Por la tarde me fui a la feria y salí de la casa en dirección al sector de La Gloria, una villa/población ubicada a la salida del pueblo. La instrucción era pasar la población y seguir derecho por un camino acompañado por una hermosa arboleda de eucaliptos que hicieron que la caminata fuera perfecta. Al llegar a la feria costumbrista me sorprendí, ya que era mucho más pequeña a lo que había imaginado. Pero no, por eso, todo era malo. Había música en vivo y el repertorio del trovador fue de todo mi gusto. A lo lejos divise a la Katy, quien me recibió con alegría y, por supuesto, me ofreció un trozo de su maravillosa tortilla española. Lamentablemente, no había llevado sangría para vender, así que me compré una cerveza artesanal, producida en el sector de Nilahue Baraona, llamada la “Gran Rustika”. También me encontré con Bárbara y Rebeca, nuestras nuevas “caseritas”. Las chicas estaban vendiendo unos tremendos sándwiches de carne mechada. Y digo “tremendo”, principalmente, por la carne. Por lo que, con demasiada culpa, debo admitir que estaba exquisita. Bárbara me comentó que en la granja de su mamá se produce carne, queso de cabra y huevos de campo (solo productos orgánicos). Por ultimo me encontré con la mamá de Rosita, nuestra actual arrendadora. Ella vendía variedad de granos, cereales, harina tostada y harina de garbanzos. Sabiendo todo esto, estoy segura que mal no comeremos aquí en Pumanque. Ya casi al terminar la feria, pude conversar un ratito con Katy, Bárbara y Rebeca, quienes estuvieron “a full” atendiendo público. Por primera vez, compartimos las cuatro. Comentamos sobre el cambio de casa y lo entusiasmados que estábamos con ello. Katy, también entusiasmada por nosotros, me aseguraba que nos iríamos a la casa más linda del pueblo. Finalmente, la tarde se me pasó volando. Me fui caminando, tal cual me vine, de regreso a Pumanque. La arboleda se tiñó de tonos dorados. De vuelta en la casa, hice un inventario de mi tarde en la feria: un sándwich de carne mechada y unas salsas muy buenas, un trozo de queso de cabra local, un paquete de galletas de avena casera (hechas por Katy) y medio kilo de quínoa que compré a la mamá de Rosita. Estando en la feria pude comprobar que, tanto en Pumanque como en sus alrededores, se producen quesos, una gran variedad de cereales, vinos, artesanía en paja y greda, miel y sub productos de la apicultura, además la ganadería y agricultura convencional.
Por Aurora Rojas Briceño