Con paciencia esperamos el momento de ser invitadxs a un huerto. Un lugar de olivos, sombras de higuera, ciruelas frescas, ovejas, leña y churrascas calientes. Un montón de membrillos, moscas y mangueras. Un suculento queso de cabra a la parrilla y la casa de Misol (nieta de Don Urbano Morales y conocedora de este jardín mágico).
En medio de la admiración de este lugar, esperábamos la llegada de mujeres sabias, venían del norte y del sur, nos traían sus ilusiones y conocimientos como una manera de compartir experiencias y afectos para abrazar la naturaleza.
En un día mixto, vivimos diversas acciones. Aprendimos sobre patrimonio alimentario y cómo aplicar los alimentos del lugar a nuestra comida diaria. También estudiamos el fieltro y la tintura con componentes de la zona.
Un encuentro a voz alzada para el cuidado del medio ambiente mediante la creación de un pluriverso, con tan sólo la presencia activa y dinámica de muchas y diversas mujeres de distintas comunidades y generaciones.
Entonces las hebras hablaron sobre una textura compartida, una trama ecológica, un tejido feminista.