Bordados y esculturas. Un desorden a dos tiempos:
Como buen primer encuentro, pretendíamos hacer un paneo sobre la forma en cómo se organizaban lxs niñxs, lxs profes y la escuela en general, para luego comprender sus sistemas y adecuarnos o intervenir en ellos. Así que junto con Camila, la directora y profesora del primer grupo (1º y 2º básico) apostamos por darles a conocer las dos propuestas de taller a lxs niñxs. Pudiendo intercambiarse entre ambos espacios, a fin de que pudieran quedarse con la que más les gustara. Una especie de “oferta”, u ofrenda?
La cuestión es que nos animamos nuevamente a sumergirnos al mundo de los objetos, sus identificaciones y decisiones para crear imaginarios colectivos en torno a las libres maneras de construir. Para eso hay que hacer cosas, así que creamos elementos y decidimos trabajar, como siempre, con temáticas locales. Comenzamos a inventarnos todxs a partir de la cacería y del tejido textil chango. Al principio, jugaron las elecciones a favor de los estereotipos: niñas textil – niños cacería. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, todxs se iban dando cuenta de la diferencia entre la minuciosidad del tejido v/s la brutalidad de la cacería, causando curiosidad en ambos grupos. Lo que alteraba el orden de lo normal y provocaba la diversión de lo experimental.
Finalmente todxs ejercieron ambas prácticas. Gustando de una y de otra, como si la necesidad de arte y diversión fuese un alimento esencial de cualquier ser humanx. Más en condiciones de escolaridad, donde el apetito repica por todos lados.