Durante estos meses de residencia, en los tiempos libre, fui creando una serie de pinturas en pequeño formato, relacionadas a distintos paisajes y acontecimientos que me llamaban la atención del pueblo de Los Choros. Estas obras tenían la intención de convertirse en regalo al final del proyecto, como una forma de agradecer a los diferentes vecinos y vecinas de la comunidad por su constante apoyo y cariño.
De esta manera fuimos definiendo el destino de estas pinturas, las que fueron recibidas con mucha sorpresa por parte de la comunidad, debido a que nunca se esperaron este tipo de retribución.
En estos intercambios mutuos, en donde por un lado hacíamos entrega de estos regalos, y a cambio recibíamos cientos de aceitunas, de distintos huertos y recetas, como muestra del cariño de lxs vecinxs.
Estos diálogos afectivos nos sumergen en una reflexión ligada al trabajo comunitario y a las labores que puede ejercer las artes visuales como un mecanismo de valoración y defensa de los territorios amenazados. De esta forma, estos intercambios no hacen más que darnos luces de la dirección hacia la cual debemos continuar en nuestro desarrollo como colectivo.
Camilo Ortega