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Residencia: Colhue, una nueva mirada Pumanque - Colhue, O'Higgins - 2019 Residente: Sebastián Andrés Vidal Campos
Publicado: 3 de abril de 2020
No va a ser fácil 

La reafirmación del proyecto

 Sabíamos que no iba a ser fácil quedarnos en el territorio, en medio de esta pandemia, y terminar el proyecto que iniciamos con la comunidad. Pero aquí estamos, tratando de darle una vuelta a la forma en que trabajaremos.

 

Las malas también hay que contarlas. Y, lamentablemente, algunos de nuestros “aliados” en el proyecto han dado un paso al costado. Las razones son obvias. La prioridad, actualmente, es la salud de las personas. Y en base a eso, el dinero y el tiempo invertidos (que no podemos recuperar) son solo un pelo de cola. Lo bueno de todo es que, a pesar de que algunxs abandonaron el barco, otrxs se aferraron a los botes salvavidas, con mucha más fuerza. Tal es el caso de Claudia y Nacho, quienes asumieron el completo liderazgo en el desarrollo del proyecto.

 

Entre los 4 (Aurora, Nacho, Claudia y yo), hemos mantenido, en la medida que la contingencia nos lo permite, informados e involucrados a los vecinos de Colhue. La parte más compleja, para materializar el proyecto que elaboramos, es la “copa del árbol de la patagua” que queremos representar/construir. Daikel, un cubano residente en Colhue, será quien se lleve el peso del proyecto en cuanto a la mano de obra que necesitamos (realizar radier, instalar tronco, y soldar la copa del árbol). El problema es que no cuenta con demasiado tiempo libre. Y si bien, tenemos más o menos claro lo que vamos a hacer. Han surgido grandes dudas respecto de cómo se realizará la copa del árbol. Hasta ahora, hemos pensado en comprar fierros de construcción que irán soldados sobre la cima del tronco y caerán como si se tratase de ramas. A las que se le soldarán entre 500 a 1000 hojas de metal (de diferentes tamaños y formas). Pero ese plan sigue sin convencernos del todo.

 

Lo que más reflexionamos es acerca de los plazos y tiempos que nos hemos propuesto para construir “la patagua” y finalizar el proyecto, antes de que nos sea imposible juntarnos. Evaluamos el tiempo y la dependencia de los roles de Daikel, quien trabaja en modalidad 12 por 3 en la comuna de Pichilemu. En medio de la conversación, le pregunto por el autor de la escultura del “Húsar de la muerte y su amada”. Claudia me comenta que no lo conoce, pero que intentará conseguir su contacto. No perdemos nada, pensamos. Y nos quedamos con una sensación optimista de que lo podríamos convencer de colaborarnos en el desarrollo y materialización del proyecto.

 

A las diez de la noche empieza el toque de queda. Antes de eso, salimos a dar una vuelta con “Sonrisa” (uno de nuestros queridos amigos caninos). Nos sentamos durante un rato en la Plaza de Armas de Pumanque. Miro la escultura de Manuel Rodríguez y Francisca Segura, quizá no con los mismos ojos con que la vi, la primera vez que estuve en la comuna. El mito dice que su cuerpo está enterrado en la zona. Que su amada repatrió sus restos. Y que su amor se perpetuó en el lecho de muerte donde yacen juntos. Contemplo a la pareja de enamorados y pienso en lo linda que se vería una “patagua” esculpida de una forma similar.

 

Entre-paréntesis: la imagen de portada que utilizamos para esta entrada, es de “San Expedito” y su autor fue Bruno, un niño de siete años (y sobrino de Claudia). Y aunque no me considero muy devoto a ninguna religión, creo en el fervor de las personas. Y a ese sentimiento me avengo, con la esperanza de que todo va a salir bien, a pesar de lo difícil que se está poniendo.

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