El tiempo parece correr distinto cuando no se sale a la calle.
Vamos cada 5 días a comprar mercadería mientras todas y todos comienzan a utilizar mascarillas y a permanecer en sus casas.
Decidimos quedarnos un mes más en San Pablo. Esto debido a las complicaciones que un traslado en estas fechas conlleva. Llegar a la ciudad y terminar el proceso de residencia a medias parece algo muy extraño. Es la realidad que nos tocó.
Es extraño tener que distanciarnos de las personas con quienes hemos colaborado durante todo este tiempo de estadía en la localidad.
Todo se ha reducido a llamadas telefónicas. Creemos que no es lo mismo.
Quedamos con los materiales y los preparativos ya comprados para una actividad que no se pudo realizar. Los afiches de la convocatoria de los cuentos cortos quedaron pegados en diversas partes de San Pablo. La convocatoria fue muy baja, los colegios no pudieron participar y casi no llegaron trabajos.
No pudimos continuar con nuestras exposiciones en la feria de los domingos ni tampoco con las entrevistas radiales.
Aprovechamos nuestra estadía en la cabaña para comenzar nuestros preparativos y así comenzar a cerrar el proyecto.
Pasaron las semanas y la despedida que tuvimos con nuestros colaboradores tuvo que ser un tanto distante. No hubieron abrazos pero si lágrimas de cariño y agradecimiento por todo lo que alcanzamos a vivir.
El Kiosco de la Memoria queda y esperamos continúe en el tiempo.
Ya a tres meses de estadía en este lugar, entre rápidas nubes logramos volver a San Pablo, y si es que es posible, esperamos seguir volviendo en el futuro.